Hemos llegado al Día de la Mujer Trabajadora con la terrible paradoja de asistir a la reforma laboral más brutal de los últimos años, la que acaba con años de esfuerzo y lucha de la clase obrera que vuelve a ver cómo deja de ser colectivo para ser individuo en la contratación; así, el derecho del trabajo deja de existir para proteger a la parte más débil de dicha contratación e igualar a los contratantes, con lo que la libertad de elección y regulación queda muy lejos de estar garantizada. Siendo la situación de la clase obrera grave ante el nuevo panorama, se da la circunstancia añadida de que las mujeres se verán marginadas dentro de la relación laboral y, en consecuencia, también fuera de la misma. No dejemos de olvidar que, en este punto, la vuelta al hogar no sería una elección libre merecedora de consideración y respeto. Si fuéramos libres no elegiríamos la dependencia del salario de otro, una situación que nos impide cuestiones tan básicas como el divorcio; es decir, nos impide reclamar nuestro destino, afectos y lugar en la familia y nos hace vivir de prestado en nuestra vejez y en la miseria en nuestra viudez. No dejaré nunca de decir que el sistema de pensiones a las viudas pasa por ser la discriminación más aberrante en nuestro país --que algunos siguen empeñándose en calificar de "civilizado"--: si admitimos que el papel de la mujer en el hogar es tan digno como cualquier ocupación laboral retribuida, ¿por qué cuando a la mujer se le muere el marido dividimos su sueldo por la mitad y no ocurre lo mismo cuando al marido se le muere la esposa? ¿Qué justificación existe para pensar que la esposa que ha mantenido a la familia, velado por los hijos en mañanas y tardes laborales de papá, lavado la ropa de todos, fregado escaleras y suelos, y un sinfín de tareas más (que recomiendo que se reflexionen y se visibilicen detenidamente) va a tener para vivir con la mitad del salario cuando la casa, la luz, el agua y otras necesidades comunes se mantienen por entero y cuestan lo mismo? Desgraciadamente, la idea que ya expresara Emilia Pardo Bazán de que "la mujer tiene destino propio" hoy, más de un siglo después, parece arrojada al arcón del olvido. La conciliación laboral y familiar se ha acabado. Los aguerridos padres que clamaban por la custodia compartida lo tienen hoy peor que nunca. Las mujeres no tendremos trabajo mientras a ellos el empresario les puede variar la jornada laboral a su antojo: ¿cómo se regularán las visitas a partir de ahora en las separaciones y divorcios? ¿seguirá siendo una triste negociación entre la pareja o la dejaremos al antojo de la empresa? A pesar de los esfuerzos de los últimos años, la brecha salarial entre mujeres y hombres se convertirá en un auténtico abismo. La congelación del salario mínimo interprofesional, el aumento de tiempo de cotización y las referencias salariales para cálculo de la pensión prolongadas en el tiempo hacen de la diferenciación de ingresos un drama: un 70 % de las pensiones miserables pertenecen a mujeres, las empleadas de hogar son casi exclusivamente mujeres (sólo un 0,1% es masculino) y su salario se determina por referencia al mínimo interprofesional, un 80 % de los contratos a tiempo parcial son de mujeres, que ganan de media en Andalucía un 28 % menos que los hombres por el mismo trabajo. Ya es hora de recorrer las calles de Córdoba, de que estén maridos e hijos y reivindicar nuestros derechos como trabajadoras y madres. Está en juego no solo nuestro pan y familia, está en juego nuestra dignidad y libertad. Que no falte ninguna, que no falte nadie.

* Candidata de IU al Parlamento