En la sucesión de noticias negativas sobre la economía en que vivimos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) hizo ayer una nueva aportación. Sus previsiones para España anuncian una caída del 1,7% del PIB, frente a la del 1,5% que había anunciado el Banco de España la víspera. Esa tasa de actividad le hace calcular que el déficit público, que para el año pasado cifra en el 8%, frente al objetivo del 6%, será del 6,8% este año, cuando el compromiso es bajarlo al 4,4%. Pero ya no se trata solo de España y de otros países atrapados en la tela de araña de los tipos de interés desorbitados. Según el Fondo Monetario Internacional, ni Alemania ni Francia podrán alcanzar sus objetivos.

En consecuencia, los técnicos del Fondo Monetario Internacional hacen un llamamiento para que los gobiernos europeos moderen su política de rigor presupuestario, que sean menos ambiciosos en sus recortes para permitir que la economía respire, habida cuenta de que en algunos países ya se encuentra en fase recesiva. También sugieren a países como Alemania, Austria y Holanda que reconsideren su política de equilibrio fiscal y que permitan estímulos para impulsar la actividad. O sea, un giro en la política económica de la Unión Europea: posponer los objetivos de déficit e introducir políticas proactivas.

RELAJACION DE POLITICAS FISCALES

El lunes pasado, Christine Lagarde, directora del FMI, había reclamado en Berlín una relajación de estas políticas fiscales y un incremento de las dotaciones de los fondos de rescate. En su opinión, países como Italia y España, aun siendo capaces de hacer frente a sus deudas, podrían caer en la insolvencia si el precio de sus bonos continúa subiendo. Las propuestas de la exministra francesa chocaron enseguida con el muro alemán de Angela Merkel, al que rápidamente se sumaron Austria y Luxemburgo. Es difícil mantener esa postura porque los males de los socios comerciales de Berlín pronto serán los suyos. De hecho, el Fondo Monetario Internacional duda de que Francia consiga un déficit público del 3% en el 2013, y tampoco el Reino Unido.

Mientras tanto, el Gobierno español se mueve entre quienes mantienen la ortodoxia improbable del 4,4% para este año y los que hacen guiños a Bruselas para que afloje la presión y acomode los objetivos a la realidad. Una ambigüedad que de momento no ha sido penalizada por los mercados.

Al menos Mariano Rajoy acudirá a las reuniones de la próxima semana --entre ellas el Consejo Europeo del día 30-- con un principio de acuerdo entre sindicatos y patronal en torno a la moderación salarial y la flexibilidad de los convenios. Sin embargo, el consenso sigue imposible en materia de contratación y despido. Aquí al Ejecutivo no le quedará más remedio que intervenir. El tiempo es ahora otro enemigo.