La letra pequeña siempre es importante. No sólo en los contratos, en los documentos públicos, en las solicitudes, en los reclamos, sino también en la vida misma, en los paisajes que contemplamos que, a veces, se nos van los mejores; en las palabras que escuchamos, de las que, con frecuencia, no captamos su sentido; en esa caravana multicolor que cruza ante nosotros, personas y personajes, incapaces, en tantas ocasiones, de captar sus enseñanzas, sus luces, sus sombras, sus mensajes. Casi siempre o siempre, en nuestro caminar por los senderos de la historia hay una letra pequeña que guarda claves importantes, lecciones urgentes. ¡Cuánta gente busca una silueta perfecta, respirar felicidad, vivir a tono, triunfar, ser joven, perder de vista y vencer determinados defectos o esclavitudes! Por descender a esa letra pequeña, ahí tenemos a una mujer de 74 años, Jane Fonda, convertida en espectacular icono de la nueva tercera edad. Hija de la aristocracia de Hollywood, actriz ganadora de dos Oscar, activista contra la guerra de Vietnam, cuenta cómo ha conseguido dar esquinazo a los años y ser, por fin, feliz. "¿Cómo consigue envejecer con tanta vitalidad", le preguntan. "Te daré tres consejos que a mí me han ayudado a conseguirlo: el primero es que hay que mantenerse físicamente activa, lo que no significa machacarse, sino, por ejemplo, caminar en vez de ir en coche, subir las escaleras en vez de coger el ascensor. Así, los problemas relacionados con la edad del cuerpo se minimizan y se puede retrasar diez años el envejecimiento, lo cual es un auténtico logro; el segundo consejo es dormir, al menos, ocho horas por la noche y liberarse del estrés; y el tercero, ¡estar siempre enamorada!". Y confiesa: "Para mí la vida es una escalera por la que vas siempre ascendiendo y creciendo en luz, sabiduría y autenticidad". ¡Qué importante resulta, a veces, la letra pequeña de la vida!.

* Periodista