Con este lema, la Iglesia celebra este año 2012 el Día de las Migraciones. La Hermandad Obrera de Acción Católica queremos ofrecer nuestra reflexión ante las condiciones de vida y trabajo de 5.730.667 extranjeros empadronados en nuestro país en 2011, la gran mayoría trabajadores, más aquéllos que no constan en ningún registro. Unas cifras que comparadas con los datos del año anterior suponen un leve descenso. Y es que la crisis económica que vivimos desde el año 2007 hace que la llegada de personas extranjeras se esté reduciendo en estos momentos. Sin embargo, los datos nos muestran que las políticas puestas en marcha para incentivar el retorno a sus países de origen no están dando resultado: la intención de quedarse entre nosotros permanece, a pesar del impacto de la crisis económica. España, incluso en crisis, resulta sensiblemente más atractiva para ciertos sectores de la población inmigrante que su país de origen, ya que sus expectativas de vida son mejores aquí a medio y largo plazo.

Ante esta realidad parece que el escenario más factible en los próximos años sea el de una escasa llegada de nuevos flujos migratorios pero, al mismo tiempo, el de un número importante de familias inmigrantes que seguirán viviendo en nuestro país y en él echarán raíces, especialmente, las nuevas generaciones. Este nuevo contexto requiere abordar la realidad de la inmigración desde la gestión de la diversidad y, sobre todo, de la integración del colectivo inmigrante. Dos aspectos son fundamentales al hablar de su integración: el empleo y la educación.

El empleo, a pesar de su precariedad, ha funcionado hasta el estallido de la crisis económica como elemento integrador. Hoy por hoy, su escasez está afectando sobremanera a estas personas. Máxime cuando carecen de relaciones familiares que amortigüen la falta de recursos para poder vivir con dignidad y situarse fuera de los umbrales de pobreza. Trabajar por la integración de los inmigrantes es hacer posible sus derechos sociales, entre ellos el empleo. Un derecho que no nace por el lugar de nacimiento sino por su dignidad como personas.

La educación es otro de los elementos cruciales para la integración de las nuevas generaciones. Pero nos encontramos con datos que son inquietantes y que nos indican que caminamos en sentido inverso: un reciente estudio de la Comisión Europea apunta que mientras la tasa de abandono escolar en España es del 31,2%, la del colectivo inmigrante es de un 45%. Si queremos caminar hacia la integración habremos de cambiar esta tendencia y poner en marcha mecanismos y estrategias que eviten que las situaciones de vulnerabilidad social se vuelvan a repetir para estas segundas generaciones.

La integración requiere salir al encuentro de los trabajadores inmigrantes y sus familias. Y requiere que, desde la comunidad eclesial, les abramos nuestras puertas para que puedan compartir su vida, su fe, sus anhelos, sus preocupaciones y necesidades, con todos nosotros. Que puedan sentirse acompañados y acogidos.

"Los cristianos/as estamos llamados a prestarles una atención particular, a través del acompañamiento en la oración, de la solidaridad y de la caridad cristiana; a valorar lo que nos enriquece mutuamente y a promover programas políticos, económicos y sociales que favorezcan el respeto a la dignidad de la persona, la tutela de la familia y el acceso a una vivienda digna, al trabajo y a la asistencia" .(Mensaje de S.S. Benedicto XVI).

Juana María González Tenor

Presidenta HOAC