El pasado 20N se nos brindó la oportunidad de hacer honor a nuestro derecho democrático, ser miembros de un jurado popular con voz y voto. Pero, ¿cuál es el uso real que hacemos los españoles de este privilegio? La mayoría de nosotros coincidiríamos en nuestro deseo de mejorar lo presente, la activación de la economía, la creación de empleo, la mejora de nuestra calidad de vida.

Está claro que a nadie le gusta la melodía que cada vez se repite más y más, en todos los rincones de nuestro país: crisis, prima de riesgo, recesión- Al ejercer nuestro derecho al voto, se nos ofrece la posibilidad de cambiar de director de orquesta. Voto a voto somos partícipes en la construcción de un nuevo futuro, pero quizás, antes de tomar una apresurada decisión fuese necesario una reflexión más objetiva. En que nos basamos a la hora de elegir. Nos preocupamos realmente de escuchar, de analizar, de discernir los posibles pros y contras de lo que se nos ofrece, o por el contrario nos dejamos llevar por simpatías, modas, costumbres y rutinas.

Ya desde muy pequeños, muchos de nosotros habíamos elegido ser del Barça o del Madrid, influidos en gran medida porque nuestro padre o nuestros hermanos así lo eran. No importaba a quién se fichara, como se jugara, ganara o perdiera, siempre estaríamos ahí, fieles a nuestro equipo. Por desgracia, cuando nos hacemos mayores hay cosas que no cambian demasiado. Votamos a "nuestro" partido lo haga mejor o peor, diga verdades o mentiras. Protagonistas, en este juego de opuestos, -siempre habremos votado a los buenos-.

El ser humano es competidor por naturaleza, casi sin darnos cuenta tendemos a alimentar ese dualismo ya sea social, deportivo o político. A la hora de elegir nos es mucho más cómodo cuando hemos de decantarnos por una opción entre dos. Poco a poco restamos de valor, de credibilidad, de convicción al resto de participantes.

Una vez más, dejamos patente muestras de una gran pereza intelectual, donde la dependencia con nuestro entorno se hace evidente. Ante tal falta de asertivismo político, nos embarcamos hacía un vacío ideológico, perdidos a la deriva y en muchos casos ajenos a la realidad que nos rodea.

*Maestro