El domingo 22 de junio de 1941, la Alemania nazi inició la invasión de la Unión Soviética, hecho que en los tres años siguientes supondría para el pueblo ruso destrucción y muerte hasta límites inimaginables, de forma que las víctimas civiles de esta auténtica guerra de exterminio superaron los 20 millones de personas. Pocos días antes, la recién estrenada dictadura militar española se adhiere al Pacto Anti-Komintern, junto a los fascismos italiano y alemán. Aparte de la afinidad ideológica con Hitler y Mussolini, el apoyo de Franco a las potencias del Eje era una obligada contraprestración al sustancial apoyo bélico recibido durante la guerra civil por parte de Alemania e Italia, sin el cual la victoria franquista no se hubiera producido (a título de ejemplo, recordemos el brutal bombardeo de Gernika por la Legión Condor, o el bombardeo de Almería por la flota alemana, con miles de víctimas civiles).

Este es el contexto histórico en el que debe situarse el envío de una fuerza expedicionaria de 18.000 hombres, conocida como División Azul por los camisas azules del partido fascista español, la Falange. Junto con el envío de 100.000 obreros españoles para contribuir al esfuerzo bélico alemán, la División Azul supuso, en palabras del propio ministro plenipotenciario Serrano Suñer, el cambio de la no beligerancia a la "beligerancia moral", ya que "se había producido (en España) un estallido de simpatía y admiración irrefenables hacia el gran pueblo alemán, hacia su invencible ejército y hacia su glorioso Führer". No es preciso recordar los valores racistas y totalitarios que animaban al "glorioso Führer", ni la ola de violencia inhumana en la que sumergió a Europa, por lo que sorprende escuchar a un ciudadano demócrata --mucho más si se trata de un político que representa a la España constitucional-- , que dedica expresiones laudatorias a lo que fue un acto de guerra junto al ejército nazi. El heroísmo del pueblo español es un viejo recurso retórico muy utilizado por la derecha (junto a su virilidad, pero esto ya suena a políticamente incorrecto), pero desde luego podemos encontrar otros muchos ejemplos históricos en que éste se ha manifestado, más acordes con el espíritu democrático que, se supone, deberíamos defender.

* Vicepresidente del Foro por la Memoria Histórica de Córdoba