Allá por el año 1973, mi padre decidió comprar una Vespa 160. Casi cuarenta años después aún conserva el contrato de compraventa en el cual figura la cantidad de 23.526 pesetas que, pagadas en 18 plazos, ascendieron a 30.576 pesetas. No solo conserva este contrato, sino que también conserva esta reliquia de moto.

Después de llevar 12 años parada decidí restaurarla con ayuda de mi padre, mi tío Jorge (Keke) y mi hermano Jose. Desmontando pieza a pieza, retirando óxido y volviendo a montar, hemos conseguido que el motor vuelva a funcionar como un reloj y su aspecto exterior sea como cuando, en enero de 1973, mi padres dieron su primer paseo en moto por las calles empedradas de Córdoba.

Jorge Revuelto Gil

Córdoba