Ya se llevaba algún tiempo sin hablar de las dificultades económicas de Europa, de los problemas del euro para sobrevivir a la crisis, de las dificultades de algunos países para colocar su deuda pública, de los mercados, e incluso por qué no decirlo, ahora los principales índices bursátiles se habían instalado, desde hacía varias semanas, en números positivos.

Pero ni siquiera la actual guerra a Libia, ni las revueltas por las que avanza el mundo árabe, ni tampoco el desgraciado terremoto de Japón han conseguido aliviar los problemas por los que viene atravesando el euro en el último año.

El pasado miércoles se conocía que el socialista, y presidente de Portugal, José Sócrates, presentaba su dimisión como primer ministro luso, anunciando elecciones anticipadas, al fracasar en el Congreso, el nuevo plan de recorte que el gobierno socialista de Sócrates tenía preparado para Portugal.

Toda la oposición parlamentaria de izquierda y derecha rechazó unánimemente el que sería el cuarto "plan de ajuste" para el país luso en el último año.

El presidente Sócrates pasaría a ser la segunda víctima arrollada por la crisis del euro, una crisis que también se ha llevado por delante de igual manera al gobierno de Brian Cowen, que de similar manera convocó elecciones anticipadas al producirse el rescate financiero de Irlanda por parte de la Unión Europea.

Ahora todo vuelve a apuntar a los mercados, a un rescate financiero de Portugal por parte de la UE, a un encarecimiento de su deuda pública, a un más que probable encarecimiento de la deuda de España, y a un efecto dominó, que cada vez empieza a ser más factible, y con el que se apunta a España como la nueva víctima de la crisis de deuda.

Una vez más las dudas recaen sobre la economía española y sobre su capacidad y solvencia para colocar la deuda pública, y muy probablemente una vez más el presidente Zapatero se verá obligado a anunciar un nuevo paquete de medidas austeras, que supondrán un nuevo recorte social, pero que a su vez calmarán la inestabilidad de los mercados.

La dimisión del pasado miércoles del presidente de Portugal, Sócrates, supone un nuevo e importante retroceso de los gobiernos de izquierdas en Europa, y no es más que otra negra crónica de la grave crisis económica que abarca ya a ser una crisis política y social, y que sin ninguna duda marcará el futuro de los próximos años en la Unión Europea.

* Estudiante de Licenciatura de

Ciencias del Trabajo