Se otea ya el mes de abril, recién inaugurada la primavera, y toda Andalucía se prepara para escuchar los tradicionales pregones. Son discursos religiosos en los que se anuncia la celebración de la Semana Santa. Es también época de representaciones sobre el drama de la Pasión que se repite año tras año. Teatro dramático que engancha a los espectadores, les emociona y les permite comprender escenas del Nuevo Testamento. En pleno siglo XXI el pueblo reacciona como en épocas ya muy lejanas. Lo comprobé hace unos días durante la original y excelente representación que anualmente tiene lugar en Baena con el "judío". Estamos totalmente rodeados e incluso encorsetados en la civilización de la imagen televisiva, sin darnos cuenta que descendemos de la civilización grecolatina. La representación de historias y leyendas mediante la palabra y la acción teatral ayudaba a comprender la realidad. La Iglesia utilizó esta teatralidad para relatarnos historias sagradas. La Pasión de Jesucristo salió a las calles en procesión con una variada imaginería y otras muchas actuaciones bíblicas. Cuando los artistas medievales tallaban las maderas de los coros y retablos y los maestros canteros esculpían las fachadas de las catedrales, se servían de imágenes para que el pueblo se conmoviese. Los artistas rebeldes y díscolos escamoteaban las directrices religiosas y hacían burlas, en esas sillerías, mediante imágenes obscenas o escatológicas, antecedente del morbo televisivo actual. Así pues, lo que nos parece contemporáneo viene de muy lejos.

* Periodista