La cumbre de la UE no ha logrado grandes progresos. Se ha reafirmado el avance en el pacto del euro, que busca mejorar la competitividad de las economías y aproximar sus políticas fiscales y presupuestarias, pero se ha concretado poco el funcionamiento de los fondos de rescate para afrontar las crisis de las deudas soberanas. Se asegura que el fondo actual podrá prestar la totalidad de sus 440.000 millones y se reafirma el nuevo fondo permanente para el 2013, con mayor dotación, pero siguen en el aire aspectos relevantes. Esta inconcreción es más grave porque coincide con la crisis de Portugal, que obligará a este país a acudir al fondo de rescate si no logra hacer frente a vencimientos inmediatos de 10.000 millones de euros. Pese a todo, los mercados están bastante calmados. La razón es doble. Por una parte, después de Grecia e Irlanda, Portugal no preocupa mucho, ya que el coste del posible rescate (80.000 millones) no agota los recursos del fondo actual. La otra razón es que los mercados parecen haber asumido que los problemas griego, irlandés y portugués no contagiarán a países con problemas, si bien más potentes, como España e Italia. Además, España hace reformas sustanciales y el déficit público se redujo a la mitad entre el 2009 y el 2010. Por eso Portugal nos afecta menos actualmente que Grecia hace un año. La crisis de la deuda soberana de un gran país del euro es hoy en día mucho menos creíble, pero los mercados son volátiles y cualquier marcha atrás en la política de rigor entraña un grave riesgo.