Acaba de estrenarse en España, la película "Encontrarás dragones", del director británico Rolan Joffé, ambientada en la Guerra Civil española y con san Josemaría Escrivá como uno de sus personajes principales. Entrelaza dos historias: una real, la de Josemaría y los primeros miembros del Opus Dei, y otra ficticia que narra la trayectoria de Manolo, amigo de la infancia de Josemaría, al que los derroteros de la vida lo llevan a infiltrarse como espía en una milicia anarquista de la Guerra Civil. Durante la contienda, ambos se enfrentan a grandes "dragones" --las luchas interiores que hacen sufrir al ser humano y obligan a tomar decisiones que determinan el carácter de su existencia--, pero cada uno representa una actitud antagónica y un destino desigual. Robert, el hijo de Manolo, va descubriendo desde el presente la trayectoria de ambos hombres, a la vez que vive su propio drama personal: lleva ocho años sin hablarse con su padre.

Esta la síntesis, en una panorámica general, del argumento de la película, una gran película, espectacular, amena e intensa. Pero, qué difícil era contar esta historia de la manera en que lo ha hecho Joffé. El propio director nos confiesa su intención: "quería hacer una historia centrada en lo que el amor trae al mundo, y mostrar lo que sucede en el mundo cuando falta el amor. Lo que muestra el film es que el perdón es posible; que lo que parecen actos sin sentido son capaces de generar respuestas que llevan a la curación. La inextinguible posibilidad de perdonar es lo que deja espacio para la esperanza. Pero el precio que hay que pagar es alto: exige esfuerzo, disciplina, voluntad, y la decisión de no dejarse arrastrar por el clima popular reinante". No se podría decir mejor. La guerra es solo el telón de fondo de esta historia. Un marco que le vale a Joffé como escenario para explicar cómo ese joven sacerdote "acepta a cada persona como ser humano". "Creo que él optó por la defensa del individuo", dice Joffé en una entrevista publicada en Nuestro Tiempo. Tuve la suerte de saborear esta película en un pase privado y, detalles críticos al margen, quizás lo mejor es que, junto a la certeza de que encontraremos siempre "dragones" en la hermosa aventura de la vida, lo más importante --como proclama la figura de san Josemaría--, es que "podemos vencerlos". Esta es una de las claves del film: el mal se vence con el bien. Joffé nos deja una película emotiva y emocionante: una apología del perdón, que me traslada a una de mis frases favoritas del cine, la que protagoniza un personaje de El gran combate: "Hay hombres peores que la guerra". Son los dragones. Pero ¡podemos vencerlos!

*Periodista