Podemos saber y comunicar la distancia entre dos ciudades, la hora de salida de un tren o la temperatura ambiente, porque convenimos previamente lo que es un metro, un segundo o un grado centígrado, pero para analizar la vida social, política y económica no disponemos de un sistema de referencia fidedigno que nos ayude a descubrir con certeza qué está pasando.

Las grandes convulsiones sociales que vienen sucediéndose últimamente en los países de Africa y Oriente Próximo tienen difícil interpretación, a tenor de que su realidad política y condiciones de vida llevaban ya muchos años sin grandes alteraciones. Por ello la cuestión es: ¿qué ha podido cambiar para que millones de seres humanos de distintos países salgan a la calle de forma pacífica pidiendo la dimisión de sus gobernantes y mejoras económicas y políticas? Si nos atenemos a criterios éticos, podemos entender con facilidad la lógica reacción de millones de personas ante las graves penurias económicas y sufrimientos ocasionados por las castas y dirigentes sanguinarios que los gobiernan. Pero, ¿por qué se están provocando estas revueltas ahora y no en otros momentos como, por ejemplo, en los de la guerra fría?

Creo que tampoco explica este gigantesco movimiento de masas el análisis del profesor Vicenc Navarro, (Público , 17/02/2011) cuando se basa en las luchas y huelgas sindicales ocurridas en Egipto desde hace unos años, porque no hay líderes claros o grupos significativos que destaquen y se postulen como alternativa.

Si partimos de un punto de vista ideológico, aplicado a esta situación, Carlos Marx en La Ideología Alemana decía: "Los propietarios de los medios de producción también detentan el poder de los medios de reproducción ideológica", o sea, la educación, la cultura y la prensa escrita en su tiempo; así que el haber facilitado el acceso de estas poblaciones a los medios de comunicación de masas (radio y televisión terrestre y vía satélite), propiciado por el desarrollo de los sistemas de telecomunicaciones, lo que se pretendía es integrarlas en los grandes circuitos de consumo en este mundo cada vez más globalizado. Pero esta teoría ha fallado pues, contradictoriamente, la reacción de estos pueblos parece que ha sido comprender la poca probabilidad individual que tenían de disponer de este disfrute de los bienes materiales y de libertad que se les ofertaban y mostraban por estos medios. Creo que estas poblaciones han generado una reacción social muy acelerada (ayudándose con las nuevas tecnologías de las telecomunicaciones y la información, como Internet y la telefonía móvil) que, en principio, parece que solo pretende cortar pronto con los regímenes políticos que les han impedido participar del bienestar que otros disfrutamos. A su vez da la sensación de que quieren hacer valer tanto las potencialidades naturales de sus territorios como las demográficas, para derribar los poderes que los han tenido esclavizados y, además, evidenciarnos también a Occidente que no son terroristas pero sí son muchos y jóvenes. El alcance y trascendencia de estos movimientos, tanto por su intensidad como por su extensión geográfica, no sabemos hasta dónde puede llegar. Los gobiernos de la UE y EEUU parecen perplejos y aterrados ante esta incógnita y quieren sacudirse el muerto. Son paradójicas las denuncias por déspotas y el bloqueo de sus cuentas en bancos de Europa y EEUU a quienes hasta hace poco pertenecían a la Internacional Socialista (Ben-Alí y Mubarak), o eran invitados a los encuentros del G-8 como Gadafi. A estas alturas de la película no vamos a contar estas milongas que puedan tragarse los ciudadanos de estos países.

No obstante pienso que en algo sí ha acertado Marx en este asunto, cuando en su Dialéctica decía que cada ser, cada ente o hecho llevan en sí mismo sus contrarios (explotación-liberación). Aunque nuestro paisano Séneca lo expresaba de forma más sencilla: "Quien tiene un criado tiene un enemigo".

* Ingeniero Técnico de

Telecomunicaciones