La apuesta de Córdoba por la Capitalidad Cultural Europea para el año 2016 --que se dirimirá el 28 de junio y cuyo último apoyo popular ha sido la marea azul del pasado domingo en el Puente Romano-- ha actuado en la ciudad como un revulsivo que la ha hecho enfrentarse a su pasado para conocerlo, impregnarse de él y adaptarlo al futuro, la mejor forma posible de superar unos tiempos de crisis en los que además de voluntad hay que tener ideas que generen trabajo y riqueza.

Todos los estamentos, instituciones y sectores de la ciudad han visto que la mejor fórmula para el desarrollo de Córdoba es saber aunar turismo y cultura y caminar resueltamente por esa senda que primero la historia y luego el sentido común nos han señalado como la más adecuada.

En el principio fue la iluminación de la Mezquita y ese paseo por el "alma de Córdoba" que tantas gratificaciones de belleza ha generado en quienes han tenido la suerte de asistir al mismo; y que con tantas pernoctaciones ha repercutido en la hostelería de Córdoba.

Pero el --podríamos llamarlo así-- "espíritu de la Capitalidad" por poner en su justo y verdadero valor cada rincón de belleza con el que cuenta la ciudad no se quedó varado solo en la Mezquita-Catedral. Ahora le ha tocado el turno a otro de los monumentos que el Ayuntamiento, en los años cincuenta, recuperó del ostracismo total y comenzó a ponerlo en valor. Aunque el Alcázar fue declarado monumento histórico hasta 1931 es en 1955 cuando es cedido al Ayuntamiento de la ciudad y, a partir de ahí, a recuperar un esplendor que tuvo en su pasado.

La combinación de luz, la música de Vicente Amigo y los sonidos relajantes de las fuentes, un espectáculo que anoche fue inaugurado, es la última apuesta que el Ayuntamiento, con los fondos del Proteja de la Junta de Andalucía, ha hecho del Alcázar de los Reyes Cristianos que, ya en tiempos del franquismo, fue escenario de aquellos festivales de España de la época.

El acto de anoche se puede considerar como una llamada de atención a toda la ciudad --estamentos políticos, sociales y económicos-- para que sumen sus proyectos a este saco de iniciativas indiscutibles en el que, evidentemente, deben de estar a pleno rendimiento las Caballerizas Reales y el yacimiento de Medina Azahara con su edificio de recepción de visitantes.

En estos momentos Córdoba tiene el reto obsesivo de llegar a ser la Capital Cultural Europea del año 2016. Pero eso no debe impedir un nuevo reto que a partir de ahora debe asumir la ciudad con toda la naturalidad del mundo: conseguir de manera crónica y permanente ser la capital cultural del país. El "espíritu de la Capitalidad" debe formar parte ya para siempre del futuro de una Córdoba que en la cultura ha encontrado su salvación, su redención y su camino.