La dependencia española de la energía nuclear se mantendrá a medio plazo a no ser que se opte por reducir sensiblemente los estándares de confort o por aumentar la producción de CO2 y por contravenir el protocolo de Kioto. (El Protocolo de Kioto sobre el cambio climático es un acuerdo internacional que tiene por objetivo reducir las emisiones de seis gases que causan el calentamiento global: dióxido de carbono (CO2), gas metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), además de tres gases industriales fluorados: hidrofluorocarbonos (HFC), perfluorocarbonos (PFC) y hexafluoruro de azufre (SF6), en un porcentaje aproximado de al menos un 5%, dentro del periodo que va desde el año 2008 al 2012, en comparación a las emisiones al año 1990).

La razón de esta dependencia es de fácil enunciado: una quinta parte de la electricidad producida en España tiene su origen en una de las seis centrales --ocho reactores-- en servicio, de las cuales la de Garoña dejará de funcionar en el 2013. Lo que significa que, teniendo en cuenta los previsibles incrementos de demanda de energía cuando se supere la crisis económica, y dando por supuesto que se dispone desde hoy mismo de un plan de sustitución por etapas de la generación en centrales nucleares, no es imaginable que se pueda prescindir del átomo antes del decenio comprendido entre el 2040 y el 2050.

ACUERDO DE PARTIDARIOS Y DETRACTORES

Esta es una de las pocas proyecciones en la que están de acuerdo partidarios y detractores de las centrales nucleares. De hecho, es la única que obedece a cálculos estrictos de consumo y potencia instalada. Es decir, de las necesidades actuales y previsibles, del desarrollo de la tecnología nuclear y de la proliferación de sistemas de generación limpios --energías alternativas--, que en algunos momentos han llegado a producir en España más del 30% de la electricidad consumida. El resto responde a la legítima discrepancia entre quienes creen que la energía nuclear entraña demasiados riesgos e hipoteca el futuro --el almacenamiento de residuos-- y quienes estiman que es la única fórmula para garantizar la independencia energética y adelgazar las facturas del petróleo y del gas. Lo único verdaderamente cierto y seguro es que los sucesos de Japón han cambiado para siempre la relación de la opinión pública y de los gobiernos con la energía nuclear, como demuestra la decisión de la UE de someter este mismo año a pruebas de resistencia a sus 143 reactores y la intención de España de cerrar las instalaciones que no superen el test. La prueba concluyente del cambio de ciclo es que incluso en los países que, como Estados Unidos, han confirmado que seguirán con su programa de construcción de centrales, se ha convertido en una prioridad disponer de un programa a plazos de sustitución energética.