Llovía torrencialmente aquel amanecer del 17 de marzo del año 45 antes de Cristo y la falta de perspectiva en el tiempo impedía que el mismísimo Julio Cesar fuera consciente de la trascendencia histórica que tendría la batalla que estaba a punto de emprender, la batalla de Munda.

Pero lo que ni tan siquiera podía imaginar el gran estratega era que veinte siglos más tarde otro Julio, Julio Merino, estaría en los mismos llanos de Vanda, al atardecer del 17 de marzo ganando una batalla iniciada muchos años atrás, en la que también la falta de perspectiva en el tiempo nos impide ver la gran trascendencia de tan magnífico proyecto.

Un mismo día y una misma hora, el estratega y el historiador, separados por más de veinte siglos y sin embargo unidos por una batalla y una misma tierra, ambos tenían un sueño y ambos sueños enraízan en la prosperidad de una comarca necesitada de progreso, necesitada de conocer su futuro sin olvidar su espléndido pasado.

Hoy Julio Merino pedía que alguien recogiese la antorcha para continuar con su proyecto, yo mismo lo haría gustoso, pero de momento prefiero aunar esfuerzos para que él mismo lo vea realizado. César en Munda luchó por su vida, Julio Merino merece luchar por la victoria y verlo en vida.

Federico Cabello de Alba Hernández

Montilla (Córdoba)