Se dan fenómenos en el transcurrir de la vida corriente que uno no se los explica como aceptando la teoría de algunos de que la humanidad está loca (otra explicación es incapaz de poseer argumentos capaces de demostrar hasta qué punto los ciudadanos nos movemos por simplistas motivaciones las cuales son, en su mayoría, inconscientes). Observen ustedes las reacciones de cualquier personaje cuando el timbre del teléfono portátil le avisa de que tiene una llamada telefónica y éste, el receptor, está departiendo en un grupo. El llamado, si está sentado, se pone de pie y pide disculpas. Si está de pie pide igualmente disculpas y mientras cambia primeras impresiones con su interlocutor con el artefacto pegado al pabellón auditivo, comienza a pasear con él de un lado para otro. Es curioso: pero no falla, llamada del móvil y paseos del receptor del mensaje. He pensado que, como paralelamente, en vista también del auge que están teniendo los gimnasios --hay quien tiene su entrenador personal--, que los estudiosos del tema vieran la posibilidad de realizar una especie de tabla de gimnasia de acuerdo con la morfología de cada individuo. Así podría realizarse de la siguiente manera: principio de la llamada, antes de contestar, cuatro pasos hacia delante (equivale al precalentamiento de los futbolistas antes de entrar en el terreno de juego), giro rápido a la derecha, dos pasos y media vuelta. De esta manera se haría un notable ejercicio y si se le hacía la pregunta el interfecto, por eso de moverse con su diálogo, se puede justificar, sin mentir, que como ejecutivo importante tiene que cuidarse y aprovechar todos los momentos del día. Conste que también tiene sus riesgos: en aquellos lugares donde se reúnen los ejecutivos, si se adopta este sistema, como hay quienes están en continua comunicación parecería que están bailando el vals de las olas...

* Publicista