Las fuertes precipitaciones acaecidas en Aguilar de la Frontera la noche del día 16 de agosto desde las 21.00 a las 24.00 horas aproximadamente es lo que podemos denominar inundación relámpago o tipo flash. Se producen de manera natural cuando algunas tormentas, más o menos ocasionales, vierten grandes cantidades de lluvia sobre pequeñas cuencas vertientes. Aunque son de muy corta duración sus efectos son devastadores para los residentes del entorno como ha quedado acreditado por la pérdida irreparable de dos vidas humanas, Esperanza Cañete y J. A. Uceda, mujer y sobrino, de mi buen amigo Rafael Rosa, y cuantiosos daños materiales en Aguilar de la Frontera. De los 286 mm caídos en determinadas partes de la subcuenca del río Cabra, mayor registro histórico alcanzado en Andalucía, da perfectamente cuenta la altura de la lámina de agua alcanzada en lo que puede ser nuestra particular estación de aforo, como es la puerta de entrada a la ermita de Ntra. Sra. de los Remedios, situada en la Fuente de D. Marcelo, lugar de romería. Si bien lo máximo alcanzado en las últimas precipitaciones, con una mayor superficie de cuenca afectada y mayor dilatación del tiempo, ha sido de 1m, en esta ocasión el caudal punta detectado ha originado una lámina de agua que llegó a alcanzar los 3m de altura siendo cota 0m la superficie del terreno. Esta grosera estimación nos da perfecta idea de la gran intensidad de lluvia desatada en esta trágica tormenta de verano.

No quiero acabar sin hacer un llamamiento de precaución a la ciudadanía en general, y a la de Aguilar en particular, para que se abstengan de atravesar determinados puntos de agua (arroyos y determinadas calles que hacen de cursos de agua) en momentos de intensas precipitaciones. En primer lugar, porque no es agua sino lodo, con lo cual la densidad no es 1 sino mucho más elevada y se consigue flotar objetos más pesados. Dos, si es con vehículo, la superficie reparte la carga y favorece la flotabilidad; y en tercer lugar, una ligera pendiente del terreno impregna a la corriente hídrica una agresividad inusual y traicionera, de tal manera que 30 o 40 cm de espesor pueden ser catastróficos o mortales. Por otro lado, nunca dirigirse a las zonas bajas donde se concentran, a veces al mismo tiempo, los flujos de corriente y el riesgo de afección puede ser inminente. Evidentemente, y no hace falta decirlo, si las infraestructuras "antirriadas" se optimizan los efectos catastróficos se minimizan y a la larga quedan amortizadas con creces.

Rafael Ruiz Viso, hidrogeólogo

Aguilar de la Frontera