Sé que las cosas de palacio van despacio. Lo acepto. Pero es que además de despacio me parece que van locas.

Me explico poniéndoles ejemplos de situaciones que he visto en esta ciudad. Un caso fue el de un jardín recién construido, y que supuso un dineral, que acabó secándose porque el funcionario se fue de vacaciones de verano y se quedó encima de la mesa la comunicación al área de jardines de que el Ayuntamiento ya había recepcionado la zona verde. Otras situaciones que se están convirtiendo en costumbre: gastarse una pasta gansa en un centro cívico, un edificio de interpretación de la naturaleza, un museo junto o un centro de mayores y luego tenerlos cerrado durante meses porque nadie había caído en presupuestar los muebles y en disponer el personal necesario. Así, cuando abren, hay que poner más dinero porque los rateros y la falta de mantenimiento han deteriorado las dependencias.

Un último ejemplo: ¿Cuánto nos hemos gastado en restaurar iglesias fernandinas para el disfrute y orgullo de los ciudadanos, el (rentable) turismo y el mundo? Pues resulta que muchísimos visitantes se marchan de Córdoba sin haber podido admirar San Lorenzo o San Agustín tras la restauración porque, aunque lógicamente abren para el culto, poquísimas veces coinciden con el horario turístico. Ya no digo montar una costosa red de guías para que la ruta de las iglesias fernandinas no suene a chiste, pero, aunque sea, podrían darle una propina al sacristán para que abra el templo por la mañana. Lo que no parece lógico es que por no invertir una ínfima parte de lo que cuesta una restauración ésta quede oculta. Las cosas de palacio pueden ir despacio, pero no a su bola . De nada sirve haber hecho el mejor toreo del mundo si no se remata la faena.