El informe del FMI certifica que España ha salido de la recesión, pero advierte de que la recuperación será frágil e incierta por demasiadas asignaturas pendientes. Y prescribe tres obligaciones. Primera, la reducción del déficit público (el 11,2% del PIB frente a una media del 6% en la zona euro), asunto en el que apoya el tijeretazo de Zapatero. Segundo, la reforma del mercado de trabajo. Tercero, la consolidación del sistema bancario. El FMI añade que el ajuste fiscal sin reformas estructurales -la del mercado laboral- no conseguirá el objetivo final, que es el retorno del crecimiento. Añade que hemos salido de la recesión, pero que el paro alcanza la cota, escandalosa en comparación con otros países europeos, del 20%. Y apunta a que ello se debe a que en España las empresas se ajustan a la caída de la actividad no como en otras economías más flexibles a través de la reducción salarial, o de las horas de trabajo, sino directamente a través del despido. Y como la dualidad del mercado de trabajo es muy fuerte, el despido recae primordialmente en los contratos temporales con un coste de indemnización casi nulo. El Fondo recomienda acercar los convenios colectivos a las empresas individuales para que estas puedan ajustar salarios antes que despedir. Una economía moderna precisa empleo fijo, pero topa con muchos obstáculos si los costes del despido son muy divergentes. El dictamen del FMI está ahí y se basa en un amplio conocimiento de lo que pasa en el mundo. Mal harían el Gobierno y los sindicatos si lo ignoraran.