Los trabajadores de las bodegas han sacado las uñas por primera vez para hacer presión ante la patronal del sector en la negociación de su convenio colectivo. Este modesto sector de apenas 400 empleados en toda la provincia y la capital ha venido sufriendo en sus carnes los rigores de una crisis mucho más prolongada que la actual:la crisis del vino. Una situación crónica que ha motivado que sus ingresos sean de los más bajos entre los sectores de su entorno. A pesar de ello, nunca crearon el menor problema. Ahora, cuando las voces permanecen calladas a la expectativa de lo que suceda en los próximos días, estos trabajadores se han echado a la calle para exigir una minúscula subida: el 1,72%, que coincide con las previsiones del aumento del IPC. No es una suma importante, pero no conseguirla representa un paso atrás para sus aspiraciones. No pueden consentir una pérdida de su capacidad adquisitiva. Hace unos días, la patronal aceptó la propuesta de los trabajadores. Y todo discurría por el camino del entendimiento. Hasta que llegó el "tijeretazo" de Zapatero paralizando las pensiones y reduciendo los salarios de los empleados públicos.

Los empresarios del vino no se quedaron atrás. Reconsideraron su postura y rechazaron la subida propuesta del coste de la vida, argumentando que si los salarios públicos se paralizan y hasta retroceden, no tiene sentido que los trabajadores de las bodegas tengan un aumento de salario. La crisis es la crisis. Y exige el "sacrificio" de todos: el de no dar y el de no recibir.

* Maestro