La asimilación que la sociedad ha hecho de la Navidad ha hecho que estos últimos días del año se vivan por el conjunto social con un sentido autónomo, independientemente de cuál fuera su origen. Iluminaciones de las calles, cotillones, consumo de alimentos exquisitos y bebidas alcohólicas en mayor grado que de costumbre, invitaciones y festejos de variadas clases, tienen ya un sentido propio, se justifican por sí mismas, sea cual fuere el origen que las motivó inicialmente. Todo ello conduce evidentemente a que la Navidad se siga celebrando y festejando en una sociedad secularizada. Aun cuando el origen y fundamento de la fiesta sea el recuerdo del nacimiento de Jesús, la fiesta ha adquirido personalidad propia, aun desligada de aquel acontecimiento.

Todo ello es cierto, pero es igualmente cierto que el hecho de que la sociedad secularizada haya asumido la fiesta, no invalida la razón de ser de la fiesta. Una cosa es que en la conciencia de importantes masas de la población se haya desligado la fiesta en cuanto tal de sus orígenes, y otra cosa bien distinta es que la vinculación de la fiesta a sus orígenes haya dejado de tener sentido.

Esta es la razón por la que merece la pena ir más allá de lo que la superficie sociológica de la Navidad nos permite ver, y adentrarnos en lo que subyace bajo esa superficie. Tenemos dos relatos originales de los sucesos ocurridos con motivo del nacimiento de Jesús: el relato de Lucas y el relato de Mateo. Cada uno de los dos tiene sus características particulares, hasta el punto de que en algunos puntos la coherencia entre ambos no es total. Ciñéndonos al relato de Lucas, voy a seleccionar dos frases del mismo, que me parecen especialmente sugestivas.

Comienza el relato diciendo: "Por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Iban todos a empadronarse cada uno a su ciudad". Según afirmaba la tradición de Israel, el Mesías nacería en la ciudad de Belén. Lucas sitúa el domicilio de los padres de Jesús, al norte, en Galilea, en la ciudad de Nazaret. El desplazamiento de la familia a Belén "para que se cumpliera la Escritura" ocurre sin embargo por un motivo absolutamente independiente. Una decisión de la Administración Pública del Imperio Romano. En una lectura rápida y superficial del relato de Lucas, esta circunstancia puede pasar inadvertida. Pero no es así como hay que leer el evangelio. Los detalles circunstanciales de los sucesos llevan incorporados contenidos teológicos significativos. En este caso se está diciendo que los propósitos de Dios sobre la vida de los hombres no es preciso que se manifiesten mediante acaecimientos milagrosos. Que los sucesos de la vida corriente y normal de las personas llevan asociadas una dimensión transcendental. Que esta dimensión transcendente pasa inadvertida cuando se analiza la historia de los hombres y de las sociedades desde un ángulo de vista exclusivamente materialista. Dios está presente en las cosas y en los sucesos, en la Naturaleza y en la Historia. Descubrir y sentir esta presencia subyacente de Dios en lo que ocurre a nuestro alrededor constituye el ejercicio de la fe.

El segundo contenido del relato es el escenario en donde Lucas sitúa el nacimiento de Jesús. Los belenes y nacimientos que se construyen estos días son una representación plástica del relato de Lucas. Más allá de la estética y vivencia de lo popular que los nacimientos reproducen, es importante resaltar la jerarquía de valores que estos escenarios tipifican. Los nacimientos tienen una dimensión de artesanía popular imaginativa, sugerente. Las fuentes, la panadería, las ovejitas, luces que se apagan y se encienden. Debajo de todo ello hay algo muy profundo, no hay ninguna presencia de todo aquello que la sociedad secularizada estima y aprecia. No hay carruajes lujosos, no hay edificios espléndidos, no hay ningún signo de poder financiero, político o militar. Los nacimientos son justamente la contradicción de todo lo que anuncia la publicidad de la televisión. Esta incoherencia entre los "valores del mundo", por llamarlos de alguna manera, y los "valores de Dios", es otro elemento inseparable de la Navidad.

La Navidad es bastante más que una fiesta. La Navidad es bastante más que un recuerdo de un suceso importante del pasado. La Navidad es un proyecto. No es algo que ocurrió, es algo que ha de ser construido en una dialéctica permanente entre los valores que se afirman en Belén, y los valores del mundo que nos circunda.

* Profesor jesuita