El papel épico del emprendedor, como agente de la destrucción creativa, cuya rentabilización la acomete la gran empresa a través de un proceso de acumulación creativo, está siendo ahora asumido por las pequeñas empresas, capaces de una construcción creativa mediante el conocimiento aplicado en mercados turbulentos. El joven emprendedor, eslabón perdido, en esta cadena facilita la difusión del conocimiento y tiene capacidad de crear nuevos escenarios.

La destrucción en nuestros días no proviene del emprendedor que al crear destruye sino de la globalización; la nueva construcción de la economía está vinculada a las oportunidades de los emprendedores, agentes locales del cambio y difusiones del conocimiento. Actualmente el conocimiento se erige en la principal fuerza del crecimiento económico y opera a diferente escala de la de la gran empresa. Se puede observar que el joven emprendedor, lejos de ser un rival directo de la gran empresa, facilita la difusión del conocimiento dentro de la gran empresa y de la Administración Pública. Para mantener el crecimiento se precisa que los jóvenes emprendedores (científicos, ingenieros y técnicos) se decidan dejar de ser asalariados y estén dispuestos a correr nuevas aventuras. Este eslabón perdido se encuentra y sale de las Universidades que hacen Investigación y Desarrollo y tienen que encontrar un nicho en los Parques Tecnológicos. Los jóvenes emprendedores renuncian a un salario determinado y lo cambian por una probabilidad de realizar con éxito su idea y ganar dinero.

Como el talento está desigualmente distribuido también lo estará la generación de nuevos emprendimientos y el hallazgo de esos eslabones perdidos. Estamos notando que los gastos en I+D en la Universidad no generan de modo adecuado el esperado crecimiento económico por causa de ese filtro que impide enlazar la cadena y encontrar al estratégico emprendedor. Se gasta mucho en I+D pero no se materializa en crecimiento por ausencia de espacios adecuados y del necesario emprendedor. Sin espíritu emprendedor no será posible facilitar la transmisión del conocimiento ni el crecimiento económico. Además de gastar en I+D hay que promover y promocionar a los nuevos emprendedores. Naturalmente que todos entendemos que el valor esperado de cualquier nueva idea tiene una gran varianza porque tiene que utilizar para su éxito factores no muy bien conocidos y lleva implícita mucha incertidumbre. El valor económico de esa nueva idea depende de la percepción que de ella tenga el entorno y los agentes económicos cooperantes y que arriesguen en ponerla en práctica.

En Rabanales 21 habrá espacio para innovar y en el Campus adyacente existen muchas nuevas ideas y avances científicos capaces de generar crecimiento. Se tratará en cada momento de romper la barrera que impide que aquel conocimiento se haga progreso económico. El único agente singular para perforar esa barrera es el joven emprendedor que incluso se puede encontrar entre jóvenes ingenieros e investigadores de la Universidad de Córdoba.

Además del Parque Tecnológico Rabanales 21 se precisará de asociaciones cordobesas, de empresas de consultoría especializadas, de relaciones públicas y de captadores de capital riesgo. Estas redes desafiarán y superarán las barreras y crearán el valor añadido de la propia real local. La riqueza del talento que se genere en Rabanales 21 se desperdiciará, cuando resurja el ciclo, por mor de trabas burocráticas y de regulaciones ilógicas. De un lado se impulsa el espacio para innovar y de otro se dificulta que esa innovación llegue al mercado.

* Catedrático emérito de la Universidad de Córdoba