Hoy, el calentamiento global antropogénico del planeta está más que probado. Se evidencia por el propio retroceso que existe de los glaciares, por el deshielo del Artico, el cambio en la migración de las especies, el aumento de la temperatura o bien por la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, entre otros muchos argumentos más. Sin embargo, y muy a pesar de ello, son muchos aún quienes lo discuten a diario, con sus argumentos más o menos científicos y no aceptan, por el contrario, que los cambios observados de la temperatura global son algo plenamente consistentes con la tendencia que, en su día, predijera el IPCC. Todos sabemos, por ejemplo, que el Protocolo de Kyoto pretendió reducir la emisión de gases con efecto invernadero, que se vinculan a la producción de energía por quema de combustibles fósiles. Estos gases son los que en buena medida vienen provocando el cambio climático que nos abocará irremediablemente si no se remedia pronto la tendencia a abordar de forma bien distinta incluso los propios sistemas de producción de alimentos y de los usos del territorio que hoy en día existen en el mundo. Son muchos los países que incumplen el compromiso de reducir dicha emisión de gases. La solución pasa por acudir a la diversificación de las fuentes de energía, especialmente, las alternativas o renovables. Mientras, como sucede en España, está aún el debate de reconsiderar los plazos del "parón nuclear", como la mejor garantía de abastecimiento para nuestro nivel de consumo o desarrollo por otras fuentes menos seguras y así evitar una mayor dependencia del petróleo, a pesar de sus riesgos medioambientales, como bien se planteara en su día desde IS-PSOE. Pero, sin duda, se trata ahora de un debate enormemente cargado de intereses, especialmente de grupos europeos y multinacionales. ¿Le cabe a alguien alguna duda sobre lo acontecido con la Guerra de Irak? En este sentido, deberíamos construir y fortalecer un mercado europeo de la energía, porque todavía podemos detener el catastrófico cambio climático para que algún día no nos digan las generaciones futuras que no lo hicimos, aún pudiéndolo haber hecho. Por eso, creo que ha llegado el momento de redoblar esfuerzos, ya que no podemos esperar gran cosa de la clase política que tenemos. En estos días están reunidos los líderes de los diferentes países en Copenhague, con la finalidad de redactar un nuevo acuerdo climático mundial y nosotros como ciudadanos responsables estamos en la obligación de ayudarles a que no olviden lo mucho que está en juego. De ahí que, desde mis propias convicciones, me sume a cuanto ahora nos propone con voz propia Avaaz, una organización independiente y sin ánimo de lucro, enteramente sostenida por las pequeñas donaciones individuales de no pocos ciudadanos del mundo y que, por el contrario, no acepta dinero alguno ni de gobiernos ni tampoco de las corporaciones multinacionales, que no es otra cosa que hacer durante media hora de estos días, en cada rincón del planeta, una simbólica vigilia con velas para registrarla en el mapa. Hay que demostrarles a los políticos que se reúnen en Dinamarca que les seguimos con atención, con el poder propio de un movimiento internacional coordinado y capaz de identificar o avergonzar a cuantos países pudieran bloquear los avances para solucionar el problema. Y, por eso, no lo olviden, el día 12 de diciembre tenemos una causa común, hay que salvar el planeta.

* Catedrático