Esta semana se ha conocido la sentencia del juicio contra Antonio Puerta, el hombre que agredió a su novia y dejó en coma al profesor Jesús Neira cuando éste intentó defender a la mujer. En este caso se le juzgaba por las agresiones a su compañera, Violenta Santander, y por ellas ha sido condenado a siete meses de prisión. Desde luego, una pena muy escasa.

Pero, además, el juez ha decidido enviar la declaración de Violeta a otro juzgado para que determine si la mujer incurrió en falso testimonio cuando negó que Puerta la hubiera agredido. Por ese delito, Violeta podría ser condenada a entre uno y tres años de prisión. O sea, que a él le saldrá muy barato haberla maltratado mientras que a ella le puede salir muy caro haberlo defendido en el juicio.

Es cierto que esa mentira de Violeta no solo la perjudica a ella sino a muchas mujeres que sufren la violencia machista, pero deja muy claro que ella es una víctima del maltrato, que no solo se traduce en tortas y moratones sino también en una pérdida total de la autoestima y una gran dependencia del agresor. Posiblemente Violeta mintió por miedo a su maltratador, pero no creo que la solución sea llevarla a la cárcel, sino ayudarla a reconocer su sufrimiento y a salir de él.

Por ella, aunque no lo reconozca, y por muchas mujeres que cada día sufren agresiones, vejaciones y insultos, la Plataforma Cordobesa contra la Violencia a las Mujeres se manifiesta hoy por la calles de la ciudad. Les animo a participar en esa marcha, que debería ser multitudinaria.