El significado de la palabra comunicación se relaciona con ideas y conceptos que representan valores sociales positivos: intercambio, interactuar, establecimiento de lazos, diálogo, cultura, entendimiento, encuentro, libertad, etc. También --por qué no decirlo-- el concepto comunicación tiene sus opuestos en nuestro imaginario y en nuestro diccionario: manipulación, incomunicación, exclusión, censura, desamparo, etc.

La comunicación es un aditivo sustancial en una sociedad libre, participativa, democrática y culturalmente diversa. Por ello, la libertad de expresión como derecho está presente en la Declaración Universal de los Derechos Humanos y también en la Constitución española. La primera conclusión a la que debemos llegar es que la comunicación en su dimensión individual y colectiva no es un producto comercial, no es una herramienta de poder, no son intereses empresariales. Sí es un derecho de todos los ciudadanos y de todas las ciudadanas.

Sean Macbride, Premio Nobel de la Paz (1974), presentó en 1980 al director general de la Unesco el informe de la Comisión para el Estudio de los Problemas de la Comunicación. El trabajo final de la comisión que él mismo presidía se llamó Un solo mundo, voces diversas . El informe que la llamada comisión Macbride presentó a la Unesco nos muestra un panorama difícil para la comunicación mundial, entendida como derecho de todas las personas y todos los pueblos. La comisión planteó en su informe la existencia de un desequilibrio mundial de la comunicación: los países empobrecidos tienen un importante grado de dependencia de las agencias y grandes empresas internacionales de los países del Norte. Es decir, existe una "brecha de la comunicación" que es necesario eliminar. Debemos destacar la importancia de la comunicación como parte integrante de la educación y de la cultura de un pueblo, asimismo denunciar la falta de políticas integrales de comunicación por parte de los países que deja este importante sector en manos de grandes grupos empresariales y de poder.

El premio Córdoba a la Comunicación, inspirado en la vigencia del informe Macbride, reconoce la labor de organizaciones y de personas que entienden y trabajan la comunicación como un aditivo inherente a las políticas de desarrollo de los pueblos, a la diversidad cultural, a la cultura de paz, a la vertebración social, un derecho que posibilita la denuncia de abusos y de violaciones de derechos que se producen en el mundo.

Toda esta lista de buenas intenciones debe traducirse en una mayor preocupación y en el establecimiento de objetivos más claros por parte de instituciones locales, autonómicas, nacionales e internacionales.

¿En qué sentido debemos trabajar? En la puesta en marcha de políticas públicas que conecten la comunicación a objetivos en el ámbito de la educación, la cultura y la solidaridad. Combatir la brecha tecnológica y facilitar el acceso de todos los ciudadanos a las tecnologías de la información y la comunicación, el empoderamiento social de estos nuevos instrumentos. No menos importante es favorecer la comunicación como un fundamento de las acciones y políticas de desarrollo, un propulsor del cambio y de la transformación social. Por tanto, fortalecer la unión entre comunicación y diálogo cultural.

Otra comunicación es posible y necesaria, una comunicación enfocada a la participación activa de ciudadanos y ciudadanas, el quinto poder o simplemente un contrapoder fundamental para resolver los problemas globales y locales que tenemos por delante.

* También firma este artículo Elena Nagore. CIC Batá