A la hora de calibrar las bazas esgrimidas por la candidatura cordobesa a la capitalidad europea de 2106, bien se entiende que la comisión nombrada al efecto por las autoridades edilicias ha hecho, en consonancia con la alta cualificación profesional de sus integrantes, muy impecablemente sus deberes. De lo sabido de sus trabajos y de la materialización de algunos de entre ellos se infiere que conjugan con pertinencia el diálogo entre pasado y presente, se muestran muy imantados por atalayar los caminos del porvenir en terreno tan movedizo como el cultural en las sociedades actuales y extraen toda su sustancia de los elementos disponibles en una ciudad estéticamente hechizadora, pero exiliada de la modernidad durante un amplio recorrido de la contemporaneidad.

Probablemente, uno de los escollos más difíciles de sortear que se presentaron en el camino de sus esfuerzos radicó justamente en lograr en la confección de su programa la dosis exacta de reivindicación y puesta a punto de su envidiable legado histórico. La sobredimensión de una cultura de la identidad puede abocar --los anales de Clío proporcionan abundante material probatorio y quizás, por desgracia, lo sigan haciendo--, a efectos de todo punto perversos y, en un plano menos trágico y más doméstico, a consecuencias quizás opuestas a lo deseado por los laudables partidarios de la vigencia del lema clásico nova et vetera .

El cuidado y atención por los fenómenos de vanguardia en no pocas áreas tecnológicas y de la civilización de la imagen han caracterizado también los afanes de la mencionada Fundación, auspiciada y tutelada por el Ayuntamiento cordobés. Seguro que en la brain trust o tormenta de ideas que a lo largo de varios meses inundó sus trabajos, la apertura y sensibilidad hacia un programa impregnado casi absorbentemente por la visualización del futuro presidieron el planteamiento de su programa.

Pero, por desdicha, es el caso de sopesar si la ciudad califal posee el equipamiento exigido para acometer plenificantemente una atractiva y ambiciosa oferta en el campo de la estricta cultura contemporánea. Sin una contribución no demasiado rica en terrenos tan significativos de la cultura de nuestro tiempo como el cine, las artes plásticas y aun la propia música de cultivo, de otro lado, aquí tan señero pero aislado en algunas de sus expresiones, Córdoba encuentra poderosos rivales en las opciones de otras ciudades del país. La imaginación a las comisiones-

Sin duda alguna, que el cordobés afrontará satisfactoriamente los envites provenientes de éste y otros campos para presentar en fecha próxima y decisiva para los destinos de la ciudad y provincia el fruto final de sus labores e ilusiones. Que la suerte le acompañe.

En la anhelante vigilia, no se expendan patentes de legitimidad ni títulos patrimoniales para reflexionar sobre el acontecimiento y su innegable trascendencia para la Córdoba del siglo XXI. A la vista del reciente y aleccionador fiasco madrileño, cualquier imputación de casandrismo quedaría instantáneamente descalificada por deturpación y, acaso peor todavía, por declaración inconfesa de irresponsabilidad.

* Catedrático