Una de las características con las que se describe a sí misma un sector de la sociedad cordobesa capitalina es la del "senequismo". Y éste se entiende como una actitud quietista, distante y de inmarcesible pureza cordobesista que con frecuencia se confunde con la estolidez. El cordobesismo así entendido blasona de un apoliticismo existencial y de preocuparse solo por las cosas de una Córdoba circunscrita a su territorio, eventos del calendario y una galería inmutable de tópicos y lugares comunes. Todo lo que aparentemente ocurre fuera de este ámbito territorial y reiterativo no parece incidir en su confortable autismo.

Sorprende comprobar cómo cuestión tan importante como la fusión de Cajasur y Unicaja se desarrolla ante el silencio y falta de debate en fuerzas políticas, sindicales, instituciones de todo tipo, colectivos y colegios profesionales. Pareciera como si el asunto tuviera lugar en otro sitio y no mereciera la pena perturbar la modorra costumbrista. ¿Es una operación ajena a Córdoba? ¿No trae consecuencias para la población? ¿No merece siquiera una reflexión?

Una de las características inherentes al capitalismo es el permanente proceso de concentración de empresas y por ende de reducción del número de propietarios con la lógica consecuencia de ir constituyéndose en oligarquía. El proceso de fusión de empresas multinacionales se ha acelerado en la última década. Y con ello el número de deslocalizaciones, reajustes de plantillas y/o cierres de las empresas fagocitadas. Este proceso se está dando también en el sector bancario y en el de seguros.

El número de entidades de crédito en la zona euro ha pasado de unas 9.500 en 1995 a 6.400 en el 2004 (último dato conocido); y el proceso ha continuado. Paradójicamente, el número de sucursales se ha mantenido estable o incluso ha aumentado. Lo anterior indica que el proceso de concentración se ha visto impulsado por fusiones y adquisiciones sin afectar a la red de sucursales necesariamente. En España se han efectuado durante este período 95 operaciones de concentración bancaria.

El proceso se ha mantenido primordialmente dentro de las fronteras nacionales pero a partir de los últimos cinco años se ha ido intensificando la presencia foránea de tal manera que el número de sucursales extranjeras ya representa más del 18% del mercado financiero en la zona euro. Y ello ha conducido a un debate muy profesionalizado e interno acerca de si este proceso de concentración y diversificación consecuente de operaciones incide negativamente en las pequeñas y medianas empresas. Las experiencias últimas parecen indicar que sí.

La privatización de la banca pública que realizaron los ministros Solchaga, Solbes y Rato ha desembocado en la desaparición del Banco Hipotecario, Banco de Crédito Local, Banco de Crédito Agrario, Instituto de Crédito Oficial, Caja Postal y Banco Exterior de España a través de la también extinta Corporación Argentaria. En unos casos pasaron al BBVA y en otros, al Deutsche Bank.

Las cajas de ahorros no han quedado fuera de este proceso. Desde que en 1933 se aprobó el Estatuto de Cajas, orientándolas hacia el ahorro popular y la iniciativa empresarial cercana en los ámbitos local y provincial, hasta la Ley de 2 de Agosto de 1985, se ha ido acelerando la marcha hacia la creciente privatización y también hacia el abandono de los territorios que las vieron nacer.

La creación en este verano del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) mediante un decreto ley, y tras la experiencia de la Caja de Castilla La Mancha, ha situado a las cajas ante una salida que las conduce a la entrada de capital privado con derechos políticos y fusiones como consecuencia también de sus políticas de crédito siguiendo la estela de los bancos y obteniendo en muchos casos índices de morosidad altísimos, como es el caso de Cajasur (un 7I6%).

Pero además y como se ve en los recientes casos de Caja Navarra, Caja Canarias y algunas cajas de Cataluña el proceso de fusiones se acelera y hace erradicar a muchas de estas instituciones del primitivo territorio en el que nacieron. Se prevé que para el 2012 quedarán 6 cajas de las actuales 45. De las 17 autonomías 11 quedarán sin caja de ahorros. Por otra parte, se marca la orientación de profesionalizar la gestión y al socaire de ella irán disminuyendo en sus órganos de dirección los representantes de instituciones públicas, trabajadores y colectivos ciudadanos. Lo que está claro es la que la legislación se cambia, se adapta a situaciones personales y se acopla al reparto de influencias cara al futuro.

Pero sobre todo, y en el caso de Cajasur (con toda la carga histórica de su nacimiento), la operación además de desarraigar una entidad va a conllevar la desaparición de centenares de puestos de trabajo directos; la mayoría de ellos en Córdoba y provincia.

Y, mientras esto ocurre, el cordobesismo silente y de gestos hueros sigue pétreo e instalado en las añoranzas de una Córdoba que nunca existió.

* Grupo de opinión