Pedí una prórroga para explicarme. Ya la tenemos. Lo que damos, insolentemente, es lo que somos. Y, en efecto, cuando lo hemos dado, echamos el cierre. Baja el telón. Este teatrillo vital, tantas veces aburrido, otras demasiado acelerado, batiburrillo cargado de ilusiones, decepciones, evidencias, trampantojos, excelencias, miserias, valentías, deserciones, primeras oportunidades (y segundas y terceras), que nos ha tocado soportar y disfrutar; estos caminos escarpados o llanos, rompepiernas, bacheados, repletos de curvas o rectos como una flecha, que han constituido este trayecto compartido, se terminan en unas líneas.

El insolente perro se marcha para habitar en la memoria. La excusa que nos ha sido útil este tiempo prolongado acaba ya. Eso no implica que no existan otras ocasiones para recoger las mismas inquietudes, con idénticas alianzas, pero las reglas que Laura instauró levantando su dedo índice para señalarme, al tiempo que su vocecilla amenazaba con aquel tremendo "inzolente" perro, enfadada pero divertida, han marcado ahora que todo tiene su fin y el título de este espacio merece un descanso permanente.

En pocas jornadas compartiré con la protagonista involuntaria de esta aventura, a la que se sumó el cariñoso estilo total de Andrea, momentos de mar y montaña, de verde y azul, de risas y risas. Ellas son el sentido. La razón. Son lo que soy. Por lo que yo soy.

Escribí que el objetivo era aproximarse a la realidad como si fuera un cuento, con ojos ingenuos. Pero hemos crecido, ellas y yo. Y es raro el día que no me enseñan mucho más a mí que lo que, en teoría, fuera del país de Peter Pan, correspondería que hiciera yo. Ventajas de vivir en otro mundo. Llegado ese momento, compensa que hagamos las maletas y viajemos sin demora desde la segunda estrella a la derecha de vuelta a casa, dejando atrás nuestro hogar.

Lo que nos vamos a encontrar será sórdido e injusto, cruel hasta extremos insospechados, ruin y mezquino, embustero y cínico, gris y turbio. Decadente. Pero no perdamos la esperanza, porque en los medios del escenario cutre que empezaremos a pisar, encontraremos también rincones luminosos de pasajes brillantes, entreactos divertidos de gentes sinceras, monólogos cumplidos de nobleza desbordada y tabernas donde dialogar con pausa, conocedores del desatino del esperpento.

Lo que importa no es lo que hemos hecho sino lo que queda por hacer. Lo que somos es lo que hemos dado y lo que vamos a seguir dando.

Y si nos dejan, como antes, nos leemos.

* Asesor jurídico