Se acaba de publicar una encíclica del Papa sobre la crisis económica, que tiene el título de Caridad en la Verdad. La encíclica estaba prácticamente terminada en el mes de marzo, pero no fue firmada por el Papa hasta el 29 de junio, y finalmente presentada en público el 7 de julio 2009. En el mes de marzo el Papa suspendió sus actividades públicas y se retiró a Castegandolfo para estudiar y repasar personalmente el texto. Han colaborado directamente en la redacción el cardenal Renato Martino y mons. Giampaolo Crepaldi, respectivamente presidente y secretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz. Posteriormente intervinieron el cardenal Paul Josef Cordes, presidente del Pontificio Consejo Cor Unum, y Stefano Zamagni, catedrático de Economía Política de la Universidad de Bolonia.

La encíclica aborda en una extensión muy amplia la complejidad de la actual crisis económica. Así mismo propone algunas soluciones que él considera positivas. Es un texto largo de 27 densas páginas. El análisis de los problemas económicos, financieros y políticos, están entretegidos con reflexiones de alcance teológico, religioso y moral. No se hace en la encíclica una medición cuantitativa de la recesión, del paro, de la morosidad bancaria, o del déficit y la deuda pública de los Estados. Es un documento elaborado por un Papa, no por un político, ni por un economista. El Papa se dirige a las conciencias de los Obispos, Presbíteros, fieles laicos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad sean creyentes o no. A continuación relacionamos algunos temas más relevantes tratados en la encíclica. No hacemos una relación exhaustiva. Hemos seleccionado los más sobresalientes, a nuestro juicio.

El papel de la Iglesia. La Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer y no pretende de ninguna manera mezclarse en la política de los Estados (nº 9). Esta tarea la Iglesia no la llevará a cabo de forma exclusiva. Por el contrario es el marco más apropiado para promover la colaboración fraterna entre creyentes y no creyentes, en la perspectiva compartida de trabajar por la justicia y la paz de la humanidad (nº 57).

Injusticia estructural del modelo mundial de desarrollo. La riqueza mundial crece en términos absolutos, pero aumentan también las desigualdades. En los países ricos, nuevas categorías sociales se empobrecen y nacen nuevas pobrezas. En los países más pobres, algunos grupos gozan de un tipo de superdesarrollo derrochador y consumista, que contrasta de modo inaceptable con situaciones persistentes de miseria deshumanizadora (nº 22). Las situaciones de subdesarrollo, no son fruto de la casualidad o de una necesidad histórica, sino que dependen de la responsabilidad humana (nº 17).

La globalización: El fenómeno de la globalización surgido en los países económicamente desarrollados, ha implicado por su naturaleza a todas las economías. Ha sido el motor principal para que regiones enteras superaran el subdesarrollo y es, de por sí, una gran oportunidad. Sin embargo, sin la guía de la caridad en la verdad, este impulso planetario puede contribuir a crear riesgo de daños hasta ahora desconocidos y nuevas divisiones en la familia humana (nº 33). La globalización no es, a priori, ni buena ni mala. Será lo que la gente haga de ella (nº 42). La sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos, pero no más hermanos (nº 19).

Reforma de la ONU y necesidad de una autoridad política mundial: Ante el imparable aumento de la interdependencia mundial, y también en presencia de una recesión de alcance global, se siente mucho la urgencia de la reforma tanto de la Organización de las Naciones Unidas como de la arquitectura económica y financiera internacional, para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones. Para gobernar la economía mundial, para sanear las economías afectadas por la crisis, para prevenir su empeoramiento y mayores desequilibrios consiguientes, para lograr un oportuno desarme integral, la seguridad alimenticia y la paz, para garantizar la salvaguardia del ambiente y regular los flujos migratorios, urge la presencia de una verdadera Autoridad política mundial (nº 67).

La crisis reclama revisión de los valores culturales: El mundo necesita una profunda renovación cultural y el redescubrimiento de valores de fondo sobre los cuales construir un futuro mejor (nº 21). El desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y agentes políticos que sientan fuertemente en su conciencia la llamada al bien común. Se necesita tanto la preparación profesional como la coherencia moral (nº 71).

Propuesta de soluciones: juntamente con este análisis crítico del orden económico y político mundial, el Papa propone el fomento de iniciativas transformadoras. Por ejemplo, las empresas de economía social (nº 38), la conciencia de la responsabilidad social de la empresa y la inversión en fondos éticos (nº 45), las promoción de Fundaciones no lucrativas por iniciativa de empresas lucrativas (nº 46), el microcrédito (nº 65).

* Profesor jesuita