Ahora que se están emitiendo los informes sobre la reforma en la ley del aborto, centra la opinión de los expertos saber si las jovencitas con 16 años tienen o no madurez para decidir autónomamente la interrupción voluntaria del embarazo, sin necesidad de autorizaciones paternas. El Consejo General del Poder Judicial se ha manifestado a favor, el Defensor del Pueblo Español, en contra. Puedes votar, conducir y tomar alcohol a los 18, tener legalmente relaciones sexuales consentidas a los 13, emanciparte y abortar a los 16, si la reforma legal sale ahora adelante. Desde luego, el establecimiento de los límites de edad siempre es una cuestión polémica, buscar la frontera en la mayoría de edad es una cuestión que sometemos al criterio de la madurez.

La madurez, como sinónimo de lucidez, conocimiento o raciocinio se erige así en piedra angular. El diccionario de la Real Academia señala varias acepciones para la madurez como la edad de la persona que ha alcanzado su plenitud vital y aún no ha llegado a la vejez, o como el buen juicio, prudencia o sensatez. Escribía Albert Einstein que comienza a manifestarse la madurez cuando sentimos que nuestra preocupación es mayor por los demás que por nosotros mismos. La madurez no es sólo una etapa cronológica, sino que se encuentra asociada a un estado mental y a una actitud, sabiendo que no siempre se madura de forma integral y en todos los ámbitos de la personalidad. Para la psicología, alcanzar una cierta edad no implica haber logrado la madurez emocional. Y encontramos numerosas nulidades matrimoniales por esta causa.

La madurez, sin duda, es asumir la libertad. La madurez no se refleja en el tomar decisiones acertadas, sino en vivir con las ya tomadas aun y cuando no sean acertadas. William Shakespeare decía que no hay otro camino para la madurez que aprender a soportar los golpes de la vida. Es difícil encontrar un patrón común, si la persona madura es aquélla que cuenta con una coherencia interna, y que puede pensar, decir y hacer sin contradicciones eventuales o con convicción. La madurez no se adquiere de un nivel a otro. Necesitaríamos un medidor invidivual de discernimiento para tantos pasos en nuestra vida... que sólo la recta y formada conciencia, el sentido común, el disfrute de lo derechos propios y el respeto de los ajenos son las líneas que nos han de guiar como baremos de nuestra madurez, además de como indicaba Irvine Page, por la capacidad de vivir en paz y tranquilidad algún tiempo, sin necesidad de cargar nuestras culpas sobre nadie.

* Abogado