Lo políticamente correcto impide decir cuán distinta es la mujer. Por muchas leyes de igualdad que haya, ellas se sacrifican más en la vida. Temo que la igualdad se haga demasiado efectiva y entonces el mundo se vuelva menos humano. He visto mujeres con el alma de luto que tenían que ser adoradas como santas porque se levantan todos los días aun estando llenitas de achaques para seguir en la tarea de que los malos tiempos influyan lo menos posible en sus seres queridos. No se imaginan lo que muchas chiquillas se esfuerzan para que la estancia de sus maridos en la cárcel sea lo más llevadera posible y, encima, tienen que llevar la casa para adelante. O esas madres que luchan por sacar a sus hijos de la droga hasta el punto de que, cuando todo deviene de revés, por tal de que sus hijos no roben, ellas mismas con su paguita van desesperadas perdidas y les compran las dosis. ¡Qué cosa más grande! Pero el sacrifico de la mujer va más allá... el otro día, en el cementerio de Churriana (Málaga) conocí a una señora -enviudó con 32 años- que iba todos los días a limpiar la lápida de su marido. ¿Por qué no ha rehecho su vida? --le pregunté-- ¿Yo? ¡Sí hombre, con mis niños casi criaditos como estaban iba a meter un tío en la cama de su padre! Si tienes la suerte de tener a tu lado una mujer de estas, ya sea abuela, madre, esposa o hermana, no pierdas tiempo: mímala, agasájala, siéntala en una terraza de verano y que le sirvan los platos que bastante ha servido ya ella. Aprovecha que la vida se va y no deja repetir para enmendar.

* Abogado