Se han hecho públicos los resultados de las pruebas de diagnóstico o de evaluación externa realizadas a los alumnos que han cursado el segundo ciclo de la Educación Primaria y a los alumnos que han cursado el primer ciclo de la ESO, y la tónica general es que el fracaso en el aprendizaje y la enseñanza de las competencias lingüística y matemática muestra tasas cada vez mayores. Los alumnos no alcanzan los niveles establecidos en el nuevo currículo en lo referente a la comprensión lectora, la expresión escrita personal, la interpretación de los datos numéricos y estadísticos del entorno y las destrezas en la resolución de situaciones problemáticas que requieren de las habilidades y los lenguajes matemáticos. Pero en la exposición de resultados no se pone de manifiesto que los alumnos evaluados han seguido un currículo diferente al currículo de las pruebas de diagnóstico, ni las diferencias en los criterios de evaluación de ambos currículos.

Los alumnos evaluados han seguido un currículo, anterior al de la LOE y la LEA, estructurado en contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales y en cuya enseñanza se han priorizado los contenidos conceptuales y procedimentales que son los que incidían prioritariamente en el aprobado o la superación del área. Las pruebas de diagnóstico, basadas en el nuevo currículo, evalúan las competencias básicas y el desarrollo de las destrezas personales de los alumnos, adquiridas a través de las áreas de enseñanza, cuyos contenidos se convierten en un medio para que los alumnos desarrollen sus destrezas de expresión personal y de resolución de problemas, pues la enseñanza se orienta al desarrollo de habilidades y destrezas.

Los resultados de estas pruebas ponen de manifiesto que los aprendizajes de los contenidos procedimentales de Lengua y Matemáticas del currículo que han seguido los alumnos evaluados no son suficientes para la adquisición de las destrezas y competencias básicas que les exige el nuevo currículo. Los resultados muestran el desfase en el aprendizaje de dos currículos con objetivos diferentes, uno basado en objetivos y contenidos de área y otro basado en objetivos de competencias de desarrollo personal, por lo que los resultados no son homologables y no pueden ser considerados como fracaso de los alumnos. Los contenidos procedimentales adquiridos por los alumnos no son equiparables a las competencias del nuevo currículo, y tal vez, los responsables de la evaluación se han precipitado al realizarla, dado que el currículo basado en competencias se ha iniciado durante este curso y los alumnos evaluados no lo han seguido. Habría que posponer las pruebas de diagnóstico hasta la implantación completa del nuevo currículo o realizar la evaluación en niveles o cursos que lo hayan seguido durante un periodo de tiempo significativo.

Los resultados ponen de manifiesto que las acciones de la política educativa encaminadas a una "escolarización de calidad" tales como: aula matinal, comedores escolares, ordenadores y aulas de nuevas tecnologías, becas para aprobados, ampliaciones de plantilla, gratuidad de libros de texto, etc., que son recursos materiales y personales muy loables para facilitar la igualdad de acceso a la educación, el principio de equidad y las "escolarización" de 3 a 16 años, no tienen incidencia directa en logro de los objetivos curriculares y educativos, en el desarrollo de madurez personal de los alumnos y en la calidad de la enseñanza y el aprendizaje. El nuevo currículo basado en el aprendizaje de las competencias básicas exige además de escolarización plena, ya alcanzada, un política educativa orientada a la "calidad de la enseñanza" que prime y priorice eficazmente la renovación eficiente de las formas de enseñar y aprender, la reducción legal del número de alumnos por aula, el perfeccionamiento docente en técnicas didácticas, de acción tutorial, de gestión del grupo de alumnos, de relaciones sociales con las familias, etc. variables de la enseñanza y el aprendizaje que hacen posible la reducción de los índices de fracaso escolar. La política educativa debe orientarse a mantener el nivel de escolarización alcanzado y priorizar los medios y los recursos para la eficiencia en la enseñanza, el aprendizaje y la educación que la sociedad del conocimiento exige, aunque estas medidas no tengan tanta trascendencia mediática.

* Pedagogo y maestro