Alguien en la UE ha propuesto que el Producto Interior Bruto (PIB) contabilice también actividades económicas como la prostitución y el tráfico de drogas. Ciertamente, son parte del PIB. Son productos, van para el interior de uno mismo y, desde luego, la propuesta es tremendamente bruta. Yo, sin embargo, voy a ser más bestia y propongo que también se contabilice en el PIB el tiempo que nos hacen perder. Me explico:

Hace poco leí un estudio en el que se constataba que en una ciudad media una persona pierde unos 50 minutos al día en hacer colas. En la frutería, en la consulta del ambulatorio, esperando el bus, ante la ventanilla del banco, en el supermercado... Es prácticamente un día al mes, ¡casi dos semanas al año! Se trata de un tiempo que podría emplear usted en pasarlo con su familia, en unas pequeñas vacaciones o en echar unas peonadas extras. Este tiempo que perdemos, además de ser dinero, es una falta de educación ante el consumidor y, lo más grave, es que no beneficia al trabajador de la ventanilla que nos hace esperar, sino al empresario o, si quiere usted, "al sistema". Ese tiempo que perdemos todos es el que se ahorra la empresa en dar un buen servicio, porque prefieren que haya colas antes que poner a un trabajador más a atender a la gente.

¿Y a quienes le hacen perder más el tiempo? Curiosamente a las mujeres y, particularmente, a las amas de casa, las grandes sufridoras de esas gestiones matutinas ante las ventanillas. ¿Será que la explotación temporal también es una forma de machismo?

En todo caso, hablamos de dinero y de puestos de trabajo que no se cubren porque hay empresas que no quieren dar buen servicio. Por eso, les pido que sean impacientes en las colas. No por egoísmo, por solidaridad.