La crisis política creada en el Ayuntamiento de Pozoblanco desembocó anoche en un pleno extraordinario en el que salió elegido nuevo alcalde el portavoz del PP, Baldomero García, con el apoyo de su grupo y del PA, y con el voto, decisivo, del anterior primer edil, el ex socialista Benito García. Se abre ahora una nueva etapa tras varios meses de despropósitos en los que cada parte ha exhibido la peor aportación posible para la solución que más convenía al pueblo. El PSOE, con improvisación, destapó un problema cuya salida debía estar mucho más avanzada; el PP, con una actitud intermedia para sacar beneficios, ha hecho valer el dicho de que a río revuelto ganancia de pescadores; PA e IU como convidados a un proyecto en el que eran condición necesaria, pero no suficiente, y el ex alcalde, que ha ido evolucionando desde una primera actitud de rebeldía hasta posiciones contradictorias para el interés de sus vecinos.

Benito García ha tomado al final una decisión que, si bien ofrece una lectura positiva de su propia dimisión, abre una etapa de absoluta incertidumbre concediendo la alcaldía a un partido que también tiene muy difícil la estabilidad y el gobierno municipal, por lo que no es de extrañar la vuelta a capítulos de intrigas, desconcierto y despropósitos, si todo queda pendiente de un voto cuyo precio únicamente el propio ex alcalde sabrá. Hoy más que nunca, los políticos están obligados a forzar un gobierno estable y lo más coherente posible con la representatividad municipal, a la que no parece que responda la nueva situación creada.