Diversos levantamientos y batallas de características muy complejas posibilitaron que, en apenas cuatro lustros, se pasara en el subcontinente americano de manos peninsulares a las regidas por un sinfín de repúblicas soberanas de la Corona española. No fueron pocas las causas de su independencia de la metrópolis y, entre ellas, ocupan un lugar de privilegio la toma de conciencia criolla de su identidad y, cómo no, la deplorable administración española de aquellos territorios, por no citar el ejemplo de la independencia de los EEUU o bien la influencia que para el levantamiento pudieran suponer el pensamiento ilustrado o las ideas y praxis de la Revolución Francesa. Las colonias españolas en América habían aprovechado la guerra peninsular para organizar formas autónomas de gobierno, inspiradas en el modelo liberal de sus vecinos del norte, por lo que el regreso de la monarquía absoluta de Fernando VII abrió un período de guerras, entre 1815 y 1824, para conseguir la plena independencia, si bien el empleo de la fuerza no fue tan determinante en la continuidad del imperio colonial como lo sería la propia madurez de aquellas sociedades hermanas, que podríamos apuntar como las causas verdaderas de su movimiento emancipador. Este aprovechó la inestabilidad que, en 1808, se vivía en España y el que en ella se hubiese restablecido el absolutismo como meros pretextos para conformar su idea de independencia.

Las disputas entre peninsulares y criollos en La Paz, llevó a estos últimos a provocar un levantamiento popular, detener al gobernador y proponer, en julio de aquel mismo año, una Junta tuitiva liderada por Pedro Domingo Murillo , quien buscando la independencia fue duramente reprimido por el gobierno realista. Mantenía su adhesión al soberano pero decidió llamar a la formación de un congreso popular en el que por vez primera debían estar representados los indígenas. Las autoridades virreinales de Lima y Buenos Aires reprimieron el movimiento revolucionario, ejecutando años después a algunos de sus líderes más notorios. El 25 de mayo de 1809 se había realizado la llamada revolución de Chuquisaca, en contra del presidente de la Audiencia de Charcas y de Goyeneche , el delegado de la Junta de Sevilla. Con la ayuda de los estudiantes de la universidad y una gran masa popular, la audiencia destituyó a su presidente, tomando como suya la labor de gobierno. Hoy, aquellos lejanos acontecimientos forman ya parte de la jurisdicción de Clio y, cómo no, de la memoria boliviana, habiendo sido recordados ahora en su bicentenario no solo por un gobierno que se siente acosado, sino también por una oposición que, en la conocida antaño como urbe de La Plata, ha rememorado lo que para muchos historiadores constituye el primer movimiento independentista latinoamericano para romper con la corona española. Bolivia ha celebrado con actos separados, en la zona rural de El Villar y en la ciudad, el bicentenario de Sucre, el primer grito libertario de independencia de América, producido en aquel ya lejano 25 de mayo de 1809, lo que ahora marca el inicio de una conmemoración que tendrá su cierre en el próximo 2010. Evo Morales y el Movimiento al Socialismo, acompañado de los sindicatos y de ciertos sectores sociales, a más de 230 kilómetros de Sucre, en el núcleo rural de El Villar, ha aprovechado tan magno evento para dar un homenaje a cuantos indígenas se levantaran en contra del dominio español y para rendir tributo a quienes lucharon durante la República hasta el neoliberalismo en pro de la consecución de la igualdad y la libertad. "Nunca más" --dijo el presidente Evo Morales-- "saquearán nuestros recursos. Se han aprovechado de nuestros frutos. Han cortado nuestros tallos, pero jamás han podido arrancar nuestras raíces de rebeldía. Por eso estamos aquí juntos para luchar por la igualdad, por la dignidad y la unidad". De igual modo, les recordaría a los asistentes indígenas y campesinos cómo los oligarcas fueron quienes echaron, en 1826, a José Antonio de Sucre , uno de los libertadores de Bolivia. Hoy, esos mismos grupos "expulsaron a nuestros constituyentes, quemaron la casa del prefecto" (David Sánchez , hoy asilado en Perú) "y lo que es peor: hacen andar de rodillas a nuestros hermanos indígenas del departamento de Chuquisaca", para continuar afirmando que "tarde o temprano los pueblos juzgarán a esos grupos en Sucre, influidos separatistas y terroristas de Santa Cruz que quieren dividir Bolivia". Parece claro pues que ni las gestas del pasado pueden unir al presidente con sus adversarios políticos, quienes de la mano de los gobernadores y demás líderes de las regiones autonomistas recordaron a la generación de intelectuales que, desde la Universidad de san Francisco Javier, propagaron las ideas de libertad e igualdad a otras regiones del subcontinente y que, en los años siguientes, darían paso a la proclamación de las repúblicas americanas.

* Catedrático