Hace ahora 60 años se inauguró en Córdoba una parroquia, la de las Santas Margaritas -nombre del barrio donde está enclavada-, que haría escuela e historia en la forma de entender la evangelización la Iglesia Católica.

A su lado se levantaron las casitas portátiles del barrio de Las Moreras y en los pisos de la zona de influencia de la parroquia los emigrantes que de los pueblos y del campo huían a la capital en busca de salvación laica se instalaron en esa zona de Córdoba a la que había que ir atravesando las vías del tren.

El escaso desarrollo de la España de aquella época hizo que los feligreses de esta parroquia fueran de una extracción social pobre y que las buenas maneras de los sucesivos párrocos los acercaran a participar en un voluntariado muy parecido al de los primeros cristianos de Roma.

Si en bastantes ocasiones puede ser discutible la labor de alguna parte de la Iglesia que prima más la púrpura y el oropel que traginar con la cruda realidad social, la de las Margaritas ha sido, a lo largo de estos 60 años de existencia, un ejemplo de fe y de cumplimiento del Evangelio no solo en el templo sino en el barrio, en sus afanes, ilusiones y desalientos.

Toda Córdoba, de manera muy especial la creyente, debería felicitarse por que el mensaje solidario de Cristo siga vivo en una de sus parroquias, la de Las Santas Margaritas, que ahora cumple sesenta años de existencia.