No creo que haya ser humano sobre la Tierra que no haya pensado alguna vez en su vida sobre el paso de los años y acerca del tiempo o bien que lo tenga aún presente. Es sabido que lo mismo que el espacio, como planteara Kant al apoyar con sus reflexiones la noción del tiempo imaginario elaborado por Newton, el momento no es una realidad independiente de la conciencia humana, sino una forma subjetiva a priori, es decir, un modo esencial o una necesaria ley de nuestro propio sentir. El tiempo, que es la forma a priori de la sensibilidad interna, nos hace sentir los fenómenos de nuestra conciencia en sucesión. La misma que viene condicionada por los cambios de las cosas temporales, yendo de forma irreversible desde el pasado al futuro, si bien el sentido de su dirección siempre lo fijará la relación de causa y efecto. Todas las cosas tienen pues una duración física y poseen un tiempo concreto, ya sea propio o bien imaginario. El tiempo físico es, como la duración, un estar determinado por lo real de las cosas, mientras que el imaginario podría ser algo así como el resultado final de un largo proceso evolutivo conceptual y, como tal, entiendo que carecería de realidad. Calcular dicha temporalidad será siempre compararla con una medida arbitrariamente elegida como unidad, si bien nuestro tiempo psíquico es inmediatamente percibido por nuestro sentido temporal, que en virtud de las circunstancias psicológicas bien podría apreciar la longitud del tiempo transcurrido. Einstein lo hizo relativo, y al hacerlo, acabó con muchos de los conceptos que hasta entonces se habían tenido. La dimensión del tiempo depende pues de movimientos relativos en el espacio; y las medidas de éste dependen a su vez de los momentos concernientes a cada observador. Digo esto, porque días pasado al observar las colecciones de la Fundación Mapfre, me fascinó sobremanera la exposición de Nicholas Nixon (Detroit, 1947) sobre la hermanas Brown , sobre todo al mirar algunos de sus retratos, haciéndome reflexionar la misma acerca de la delicadeza humana; desde los años setenta, dicho fotógrafo ha explorado la fotografía social y con sus obras he vuelto a pensar sobre nuestra existencia. Es un tema vivido igualmente por el artista, como pusiera de manifiesto en otras de sus series más conocidas, sobre los ancianos en los asilos o bien acerca de los enfermos terminales de sida. Las hermanas Brown suponen toda una crónica social del momento, entre 1975 y 2007, a medio camino entre la subjetividad del documento y la intimidad de las emociones. El fotógrafo las acompaña desde su juventud hasta la madurez, al estar casado con una de ellas, habiendo sido un excepcional concurrente de su lento envejecer y así, año tras año, también de su cambiante alteración física, haciendo de ello un certero reportaje de la inexorable huella de la existencia humana. Nixon ha conseguido una magistral serie para el arte contemporáneo, dando sobradas muestras no sólo de su propia visión sobre una familia o como mero homenaje a una persona concreta, Bebe , su mujer, la que mira siempre hacia la cámara y que le acompaña en su aventura de la vida, sino que con el examen de las imágenes descubrimos que el momento transita para todos, y que de una u otra manera también se nos escapa. Afirmaba el existencialista alemán, Martín Heidegger , que el tiempo "es el presente que se explicita, o sea, lo explicitado manifestado en el ahora". El tiempo "es antes que toda subjetividad y objetividad, porque ofrece la condición de la posibilidad misma de este antes". Ello fue cuanto reflexioné y que pude apreciar también en las diferentes tomas de Nixon, de las que eligió sólo una cada año, situando a las hermanas siempre en el mismo orden, con un gesto frontal, mientras las cuatro contemplan la cámara, que recoge la luz natural y, cómo no, la nostalgia que provoca con la fotografía su capacidad de detener el tiempo, haciendo con todo ello un arte, que nos muestra la vulnerabilidad de las personas y el movimiento irreparable de la vida. Muchos pensamos que permanecemos siempre de la misma manera, sobre todo cuando nos vemos diariamente, pero no es así, tan sólo nos haría falta mirar una serie como la de Nixon, para ver que no es, ni tampoco podrá ser jamás así. Es cierto que en sentido estricto, sólo es presente un elemento indivisible: el ahora, el instante. Serán futuros las cosas que todavía no existen, pero existirán, y puesto que la extensión del tiempo es continúa en modo alguno podrá construirse con la mera suma de instantes. El tiempo es un tipo de duración o de permanencia en la existencia. Hay quien afirma que ni dura ni existe, o bien que la duración de seres inmutables es la eternidad, mientras que la de los mudables sería el propio tiempo, ese mismo que se nos muestra ahora en un inteligente ensayo sobre el retrato, tal y como ha sido el de Nicholas Nixon con su célebre serie sobre las hermanas Brown.

* Catedrático