Esto está excesivamente revuelto. Poder judicial, poder político, oposición, gentes que se lucran con la res pública. Y, para colmo, un parón para el aeropuerto, por donde planean los sueños de Córdoba. Criticamos a los políticos de colores distintos cuando compadrean excesivamente. Pero creo que es peor para todos cuando andan a la greña y si "yo he hecho esto, tú lo has hecho más". Ocurre en cualquier discusión sea de amistad, familiar o de compañeros. Nadie acepta que su razón no sea un argumento tan claro como los amaneceres de la feria, cuando las luces de verdad se imponen con la contundencia de la naturalidad a los neones ficticios. Todos queremos llevar la razón y como la verdad tiene matices -a no ser un dogma impuesto desde el Vaticano, donde tienen línea directa con Dios- o aceptas a medias la del otro o no renuncias a la tuya y se llega a la incomunicación, que la explicó Castilla del Pino para sonrojo del género humano. Pero es perjudicial recurrir a la incomunicación y al ensimismamiento como única salida a la frustración del entendimiento total. Unos se van de caza a pegarle cuatro tiros al horizonte -como el ex ministro Bermejo - y encuentran que la pieza cobrada trae malos augurios. Otros optan por la broma y el chiste fácil -como Esperanza Aguirre - para evadirse de una realidad que esconde las lógicas miserias del ser humano. Pero lo que es imprudente para el buen funcionamiento de la sociedad es recurrir al "tú más" porque entonces, en este caso la clase política, se vuelve vocinglera sin más recursos que los propios que genera la cerrazón mental. Si hay desmanes hay que denunciarlos. Si hay errores, hay que corregirlos. Porque la razón no debe entender de colores políticos ni de poderes. Ya sean togados o aforados.