Todos los días, las mujeres de todo el mundo damos un pasito adelante con la igualdad, peldaño a peldaño, con pequeños grandes logros. Así lo hicieron nuestras madres, que ya no querían ser solo amas de casa, sino tener también un empleo. Nuestro deber es seguir adelante, por ellas y por las que vengan. Pero volvamos a los años sesenta, a nuestra Córdoba de entonces, una ciudad pequeña de provincia, y a nuestras madres buscando hacerse un hueco en el mercado laboral, eminentemente masculino. Entonces, la escuela Zalima abrió sus puertas a aquellas mujeres, hace ya 42 años. Y fue pionera, pese a quien le pese, porque ofreció a las cordobesas unos estudios específicos para poder tener en el horizonte algo más que coser y limpiar por imposición. Les ofrecieron el poder elegir su futuro. Y empezaron a recibir formación, y de la escuela salieron promociones de secretarias con un alto nivel, que han ocupado puestos de gran responsabilidad. Hoy, los tiempos han cambiado y Zalima también. Ahora se puede hacer bachillerato y ciclos formativos. Yo estudié en Zalima durante dos años, y me supone un orgullo llevar su nombre en mi currículum porque no solamente te enseñan una profesión y cómo enfrentarte a un trabajo y su problemática, también te aportan mucho en el terreno personal, valoran tus cualidades y te ayudan a superar las inseguridades. Para mí fue una grata experiencia, y lo aprendido me ha servido en mi vida cotidiana en infinidad de ocasiones. Hay algo que te enseñan por encima de todo: el respeto a los demás, el saber estar cada uno con sus ideas sin ofender al que se tiene delante. Yo, que soy feminista convencida, que declaro el derecho de la mujer a elegir su propio camino, doy gracias de haber pasado por Zalima. Espero que por el bien de muchas cordobesas y del mundo empresarial, sigan formando mujeres de futuro.

* Escritora