Pero ¿existen diez mandamientos que nos hagan plenamente felices? ¿Podemos hablar y escribir de "mandamientos de la felicidad"? Ahora que la vida es carnaval en tantos pueblos y ciudades, ahora que sale a subasta el ingenio y el humor de la crítica musical sobre los escenarios, bueno será recordar esos otros caminos para vivir felices, arrancados de las páginas de experiencias y vivencias. A modo de sugerencia, podemos confeccionar este Decálogo sencillo y fácil. Primero, evita pensar en términos de todo o nada, porque eso hace ver las cosas blancas o negras. Segundo, no generalices, porque al hacerlo conviertes un hecho aislado negativo en una pauta indefinida de fracaso, utilizando palabras como "siempre o nunca". Tercero, elimina tu filtro mental. Cuarto, no renuncies a lo positivo. Aquel escritor y poeta, Martín Descalzo , nos invitaba siempre en sus papeles a "contemplar el lado soleado de la vida". Quinto, no saques conclusiones sin fundamento. O lo que es lo mismo, no enjuicies con rapidez, a las primeras de cambio, tomando sólo como base impresiones y emociones. Sexto, no magnifiques, porque sería tanto como deformar la importancia real de los acontecimientos. Séptimo, evita todo razonamiento emocional. Muchas personas razonan a partir de lo que sienten, dejando a un lado los verdaderos argumentos. Octavo, limita el uso del potencial. No te critiques a tí mismo, ni a los demás, con el clásico "debería" o "no debería". Las posibilidades, los llamados "futuribles" en filosofía son siempre infinitos. Noveno, no te autodifames. Si en vez de decir, por ejemplo, "me he equivocado", dices "soy un perdedor", estás identificándote con tus defectos. En la vida, podremos tener fracasos, pero nosotros no nos convertimos, por eso, automáticamente, en un fracaso. Décimo, no te culpabilices sin más, pasando por alto tu contribución al problema. Nos es bueno sentirnos víctimas, a las primeras de cambio, hundiéndonos en la derrota y aceptando una culpabilidad que no beneficia nunca nuestro estado de ánimo.

Este Decálogo puede venirnos bien en muchos momentos de nuestra vida. Es fácil de entender y asimilar. Porque, al fin, como decía Sartre , "felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace". La felicidad tiene mucho de resultado final, de saber que hemos puesto el alma y la vida en nuestros afanes y tareas. Ahora que la vida es verde en nuestros campos y ha llegado la flor a los almendros, puede ser un buen momento para diseñar o retocar los caminos de nuestra felicidad, los que hemos de recorrer con ilusión y encanto, los que nos llevan a conseguir nuestras metas.

* Periodista