A fecha de hoy, ni el Gobierno ni la oposición están planteando un plan coherente de política económica que permita abordar la grave situación económica en la que nos encontramos. El diagnóstico de la situación es claro y conocido, los objetivos también. Para completar un plan hay que saber qué hacer y, tras debatirlo, implementarlo. Por si sirve, ahí va un esquema de lo que se tendría, en mi opinión, que hacer.

Para empezar hay que tener en cuenta que la economía española del 2009 es una economía globalizada, integrada y abierta, lo que implica que ya no es posible buscar soluciones sin tener en cuenta la actuación de otros gobiernos. Por eso, es importante estar en los foros internacionales (el G-20 por ejemplo) abogando por la reforma de las instituciones financieras internacionales, velando por la estabilidad en los mercados mundiales y participando en los planes de desarrollo mundial, pues la estabilidad de los mercados y la mejora de las expectativas de desarrollo de las economías más pobres, al tiempo que elimina incertidumbres, contribuye al crecimiento.

Más activamente hay que participar en Europa. En el primer semestre del 2010, le corresponde a España la presidencia de la Unión Europea por lo que el Gobierno español tiene la obligación, por el bien de Europa y de España, de plantear un plan de reforma del marco institucional para coordinar las políticas económicas de la Unión. Junto a esto hay que relanzar la Estrategia de Lisboa y abandonar, a pesar del coste político, las viejas políticas sectoriales. Europa, para salir de la crisis, necesita más integración monetaria (la de la libra, por ejemplo), acelerar los planes de infraestructuras transfronterizas, integrar decididamente sus sistemas educativos y tecnológicos, tener reglas comunes de supervisión bancaria, liberar la prestación de servicios y sentar las bases de una armonización fiscal para las empresas. Lograr que Europa funcione es parte de la solución de los problemas de cada una de sus economías porque, dada su interrelación, solo es posible salir de la crisis si Europa funciona, si se abren nuevas oportunidades en la, teóricamente, segunda economía más grande del planeta.

Pero hay también mucho que hacer dentro de España. Además de continuar con las medidas de inyección de liquidez a la banca y las empresas (dejándose de demagogia y "miniobritas" municipales) hay, en mi opinión, cinco reformas esenciales que es necesario abordar sin dilación y con valentía política. En primer lugar, es necesario aligerar nuestros procedimientos mercantiles y hacer funcionar a la justicia para hacer lo más rápidamente posible el ajuste sectorial. En segundo lugar, es necesario hacer una reforma profunda del mercado de trabajo (cambiando desde los sistemas de negociación colectiva hasta las formas contractuales). En tercer lugar, hay que replantearse el sistema fiscal reduciendo cotizaciones sociales y el impuesto de sociedades, y profundizando en los impuestos personales. En cuarto lugar, hay que reformar el sistema educativo para mejorar sus niveles de calidad y la cualificación profesional de los egresados. Y, finalmente, hay que racionalizar el gasto público ordenando las competencias de cada nivel administrativo, evitando las duplicidades y la descoordinación, pues no nos podemos permitir 17 mini Estados con diferentes regulaciones. Las infraestructuras, una política energética valiente, una decidida apuesta por la tecnología y el medio ambiente no son eficaces si los marcos regulatorios son complejos, inestables y costosos.

Para desarrollar el esquema anterior, solo un esquema de 600 palabras, solo es necesario un poco de sentido común, una pizca de conocimiento económico, una dosis de visión política y un mucho de liderazgo. Como se tuvo en 1977, en 1983 y en 1993. El problema es que Solbes no es Fuentes Quintana , ni Miguel Boyer . Ni siquiera el Solbes del 94.

* Profesor de Política Económica. ETEA