Todas las previsiones sucesorias en la dirección del PP se han visto alteradas por sendos escándalos: el de espionaje político en la Comunidad de Madrid y el de una supuesta corrupción que afectaría a las organizaciones territoriales de Madrid y de Valencia, cuyos líderes, Aguirre y Camps , son, o eran, decisivos en cualquier congreso. Uno y otro, además de Rajoy , se dibujan como las principales víctimas de la actual crisis. Era moneda corriente que Rajoy se jugaba su futuro en las elecciones vascas y gallegas del 1 de marzo y, sobre todo, en las europeas del verano. Un mal resultado destaparía la caja de Pandora y la cuestión sucesoria se plantearía con toda su crudeza, sin esperar al congreso del 2011. Pero, antes incluso de que hablen las urnas, el liderazgo de Rajoy aparece tocado por ambos escándalos, aunque no sea directamente responsable, sino víctima de ellos. Aguirre y Camps quedarán muy tocados si, tal como parece, Garzón tiene pruebas de que cargos institucionales a las órdenes de ellos cobraron dádivas o sobornos de la red de corrupción investigada. Por eso, muchos dirigentes populares dirigen sus miradas a Ruiz-Gallardón . El instinto de conservación de los dirigentes territoriales y de los cargos institucionales y la vocación de recuperar la Moncloa cuanto antes son tan fuertes que Ruiz-Gallardón puede conformar una cómoda mayoría a su alrededor. Incluso Aznar acabaría por bendecir esta salida si la otra gran esperanza de la derecha, Rato , opta por seguir en su retiro en el mundo de las finanzas.