Llegado es el punto de tener que pedir asilo, no porque nuestra vida vegetativa corra peligro sino porque el ataque que en este país sufre nuestro equilibrio mental ya es descarado. España es como la canción aquella de Cecilia : "Dama, dama / de alta cuna, de baja cama", un lugar donde las ministras socialistas de cuota se vistieron de alta cuna y donde ahora la portavoz de la derecha nos muestra sugerencias de baja cama. Donde las autonomías son pymes, negocios familiares de la casta a tres o cuatro audis por escalafón y año. La Arcadia de todo despiporre, toda mentira consentida, todo sálvese quien pueda. Cuando las bíblicas vacas flacas ya habían entrado en nuestro establo, el padre padrone negaba siquiera que hubiese vacas pero a la vez pregonaba que este año todos trabajaríamos de ordeñadores y que manaría leche y miel de los presupuestos. Es cierto, porque aunque el escuálido bicorne no nos entregue la cuota alimenticia esperada, las arcas públicas sacan de la chistera mágica del enfermizo optimista litros de blancas mentiras. Por su parte, el pueblo llano pone las esperanzas en su presidente, Obama , transfigurado en el nuevo mesías de la tele. Por eso las encuestas no se mueven ni trasvasan votos, y por eso los sindicatos (recuérdenme que pida la baja) silban al sol sin saber si leer al Instituto Elcano o las enseñanzas de San Ignacio de Loyola : "En tiempos de tribulación, no hacer mudanza". Pidamos asilo urgente, por la salvación de nuestro metabolismo. Don Quijote , ¿dónde se halla Barataria?; señor Pérez-Reverte , ¿cómo se va a su Isla de Redonda? Háganme sitio.

* Profesor