El sistema democrático más aquilatado del mundo no se fía de sí mismo. Ayer, el presidente Obama prestó juramento del cargo por segunda vez, esta vez en la intimidad de la Casa Blanca y de nuevo ante el presidente del Tribunal Supremo, después de que en la ceremonia público-global del pasado martes ambos alteraran el orden de las palabras que debía utilizar. Como dicho orden está en su Constitución, han temido que el desliz pueda abrir una grieta en el sistema.