El escritor y periodista mexicano Teófilo Huerta ha acusado al Nobel portugués José Saramago de plagiar en su novela Las intermitencias de la muerte puntos esenciales de un cuento suyo, de parafrasear algunos de sus pasajes y de copiar descaradamente el arranque mismo de la historia. Y casi un día antes la prensa se hacía eco de que el peruano Bryce Echenique llevaba haciendo lo mismo en los últimos años con quince autores españoles, mexicanos y peruanos en artículos de prensa que firmó en diversos medios de comunicación escritos; Bryce Echenique ha sido multado por un tribunal de la competencia con 42.000 euros. Y es que la historia del plagio no solo es antigua sino que dicha práctica está más presente de lo que nos creemos. Muchas veces sesudos tratados literarios o científicos no son sino refritos --recensiones las llaman-- de estudios anteriores vueltos a freír igualmente sobre otros precedentes, y así hasta el infinito. ¿No son plagios obras como Le Cid , de Corneille , y los Don Juan de Molière y de Zorrilla ? Los ejemplos podrían ser interminables, y muchos de estos plagios están considerados obras maestras intocables y perfectamente asumibles por la historia de la literatura. Se sabe que Gonzalo de Berceo, el Arcipestre de Hita , hasta el propio Cervantes y Camilo José Cela en un momento u otro de su actividad literaria plagiaron temas, ideas, tradiciones, pero no por ello supieron dotar menos de una impronta personal y única a sus obras. En realidad, si así nos ponemos, casi todo es plagio, hasta este artículo, para el cual he sacado datos de un montón de sitios.

* Profesor