Los currantes. Los que están en el tajo dándole golpes a una machota, con las manos llenas de grasa en el taller, poniendo ladrillos en una obra o doblándole cuellos a las camisas en las tiendas franquiciadas. Esos que tienen su cuerpo baldado de dolores lumbares o de cabeza.

Los mismos que trabajan con contratos basura, que no pueden pagar las hipotecas y que también son los que sufren cada día los accidentes laborales. Esos son los que tienen más de qué quejarse ahora que todo el mundo se queja por la crisis económica mundial. Mientras, los banqueros avariciosos reciben sustanciosas y jugosas aportaciones de capital del erario público, que así premia su mala gestión económica. Esa que está llevando al borde del abismo a medio mundo. El otro medio ya estaba en el barranco del olvido, la miseria y la desesperación.

Ya nadie parece poner en duda que nos encontramos ante la mayor y más compleja crisis del sistema económico en los últimos setenta años. El capitalismo tal y como lo hemos conocido hasta hoy hace agua. ¿Se muere o se reconvierte? Esa es la cuestión ahora mismo.

El gobierno de Bush , a través de la Reserva Federal y una vez terminaron de montar el teatro los congresistas, inyectó, de los impuestos de los norteamericanos, setecientos mil millones de dólares al sistema financiero estadounidense. Los gobiernos europeos han más que triplicado a los norteamericanos y van ya por dos billones y medio, en este caso de euros. Y así Japón, Suiza... El montante económico del rescate de los gobiernos occidentales a la crisis de avaricia del sistema capitalista mundial va ya por los casi cuatro billones de euros. Eso sí, se anuncian nacionalizaciones parciales y transitorias de algunos bancos a costa de la deuda pública que costearán los ahorradores. Paradojas de la vida: los defensores del libre mercado y del capitalismo más liberal inventado por Adam Smith y renovado por Milton Friedman , empleando dinero público para salvar del naufragio a los más ricos y poderosos del mundo. Eso sí, lo hacen para salvar al propio sistema económico en el que creen pero que les ha explotado ante sus propias narices. Ver para creer. Ahora sí quieren que el Estado intervenga, cuando hay pérdidas, pero cuando había sustanciosas ganancias no querían al Estado ni en pintura. Socializar pérdidas y privatizar ganancias se llama eso.

El tercer mundo se muere de hambre (y con solo tres mil millones de euros anuales se acabaría con ella), las pateras llegan repletas de muertos a las costas de occidente, se levantan muros en las fronteras, millones de niños trabajan desde edades donde debieran estar aprendiendo a leer. La malaria mata a un niño cada treinta segundos, los huracanes arrasan países enteros sin que se destine dinero suficiente a paliar sus consecuencias. Bueno, pues mientras eso está pasando y nadie hace nada por remediarlo, el hombre que quería salvar al mundo fomentando y organizando guerras con las que tener atemorizados a sus propios compatriotas y haciendo negocios con sus amigos del mega-consorcio energético, nuclear y espacial sin abandonar su esquizofrenia guerrera, se dedica a salvar a los superpoderosos con el dinero del contribuyente norteamericano. Y todos los demás líderes le siguen a pies juntillas.

Los intelectuales de izquierdas (si es que queda alguno) que en otro tiempo anunciaban cataclismos "de un sistema económico caduco", precisamente cuando éste era más fuerte que nunca, no se atreven hoy a salir de su "madriguera" y dar las recetas alternativas a este liberalismo económico que se ha demostrado incapaz de resolver los graves problemas de la humanidad. Posiblemente, estas lumbreras estarán refugiados en su columna diaria fustigando al del periódico de enfrente, preocupados por la edición de su próximo libro o recluidos en alguna isla perdida en el océano.

El batacazo de esta crisis puede ser catastrófico. El capital financiero durante años no ha tenido correspondencia con la economía real. El valor de mercado en nada se ha parecido al valor de sus activos. No ha servido para que la economía real avance sino para que los grandes especuladores se forraran. Nos han/hemos endeudado por encima de nuestras posibilidades. En España el urbanismo salvaje ha posibilitado que se construya más que nunca y ¡paradojas! más caro que nunca, habiendo un millón de casas vacías mientras millones de jóvenes no tienen donde vivir de manera autónoma.

Por último, una reflexión: la derecha política española, alemana o italiana, esos aduladores de Bush y de las políticas neoliberales, miran para otro lado, como si no tuvieran responsabilidad en lo que está sucediendo. Cuando son sus recetas económicas las que nos han llevado adonde estamos. La izquierda en los gobiernos occidentales actúa como el niño al que se le ha roto el juguete y la única solución que encuentra es tratar de recomponer la figura con el pegamento de un mayor control de ese sistema financiero auspiciado en 1944 en un balneario norteamericano.

Pero ¿no se dan cuenta de que ese juguetito se les ha roto en mil pedazos? Las pruebas son evidentes y contundentes, lo que falla es el sistema económico y se debería aprovechar esta crisis para cambiarlo de raíz, pensando más en el ser humano y menos en capital. Todo lo demás, como decía un buen amigo mío que no está ya con nosotros: ¡Parches!

* Ex concejal de IU