Esto es un doble hecho verídico ocurrido el último sábado. Primero de ellos: un matrimonio con una sillita con un bebé intenta salir del ascensor de un centro comercial de esta capital en el momento en que se abre la puerta del mismo en cierta planta, encontrándose con la desagradable situación de que una avalancha de usuarios del ascensor entran impidiendo la salida; incluso a la voz de "¿perdonen, nos permiten salir? ¿perdonen, nos permiten salir?", nada obtuvieron. Hubieron de hacerse fuertes y ninguno de los que entraban en el ascensor hizo ademán de permitir la salida del trío porque lo más importante parecía coger sitio en el ascensor, por cierto nuestra primera dama cordobesa iba en el tropel y tampoco fue muy ejemplar.

Segundo. Vecino que entra en la cochera en automóvil y al comenzar la bajada da marcha atrás para permitir la salida de otro vecino, éste ni lo agradece con un simple gesto.

Son eso, gestos, pero de muy mala educación, más graves porque provienen de gente mayor o madura, señalados algunos por sus cargos, y la verdad es que si lo pensamos bien es para lamentarse porque no hay asignatura que enseñe más que el ejemplo, especialmente de los mayores y no me refiero a los ancianos, sino a los mayores de edad. No son más que gestos, pero ya tan generalizados que expresan el "sálvese quien pueda", "el cada uno a lo suyo" y en definitiva la ley del más fuerte, algo que tanto se denosta y que a fin de cuentas parece que lo fomenta la progresía: muchos derechos, pocos deberes y educación la justa. ¿Y quién va a acudir a la Justicia a pedir educación?

* Abogado