Y no me refiero a toda la calle, sino solo al tramo adoquinado, desde su cruce con la calle Duque de Fernán Núñez hasta la Puerta Gallegos. Y me pregunto si nadie de la autoridad local competente suele pasar por allí con vehículo ya que su suelo está de forma infernal: parece cuando pasas que es suelo lunar, de la Luna, claro.

Pero es que si vas andando, como no mires donde pisas, puedes caer de bruces al suelo, con el consiguiente daño físico, y aunque luego te indemnice la Unidad Patrimonial del Ayuntamiento, el hueso roto es el tuyo y eso no lo paga ningún dinero.

Ante esta situación cabe hacerse varias preguntas. ¿Por qué se ha deteriorado en tan poco tiempo el firme de esa calle? ¿Quién o quienes lo diseñaron? ¿No pensaron o, mejor dicho, no calcularon el peso que tenía que soportar el mismo? Y, por último, ¿es que no piensan arreglarlo o están esperando fondos de la Unión Europea?

Parece mentira que estemos hablando de una de las calles más céntricas de Córdoba, lugar de paso que une el centro con el resto de barrios, entrada y salida de mercancías, de tránsito concurrido a cualquier hora del día, ya sea de peatones como de vehículos, etc., y lo que más me llama la atención es el pasotismo en el que los cordobeses estamos instalados: ni los usuarios de la vía se quejan ni la autoridad competente hace nada. Así somos, así nos ha ido y así nos irá.

Antonio Muñoz Centella

Córdoba