El Gobierno andaluz ha perdido alguna votación en el Parlamento debido a la ausencia por baja por maternidad de dos diputadas socialistas. Faltaron también otras diputadas, de cada bancada, por motivos de salud. Esta anécdota no tendría importancia si no fuera porque propicia un debate necesario para garantizar la participación en la actividad pública de las mujeres que deciden ser madres. Como es lógico, muchas otras madres encuentran dificultades en sus vidas profesionales, además de las propias de su ámbito personal, para desempeñar sus tareas y estas ocupaciones son tanto o más importantes que las que desarrollan las diputadas. No obstante, mi propósito es defender la postura que tengo sobre este asunto, sin entrar en comparar situaciones ya que para cada cual la suya es la relevante.

La diferencia esencial entre el trabajo que desarrolla una diputada con respecto a otra trabajadora en lo que se refiere a la maternidad es que la primera no puede ser sustituida. El voto de las diputadas, y de los diputados, es personal e indelegable. En cambio, una trabajadora por cuenta ajena puede ser sustituida sin coste durante su período de baja por maternidad. Es normal que la marcha del trabajo pueda resentirse pero no se suspende ni dejan de hacerse las cosas que han de llevarse a efecto.

Cuando votamos, elegimos un Parlamento en función de las listas que los distintos partidos nos presentan. Andalucía es además exigente en garantías de igualdad formal y material porque se obliga a la paridad bajo el criterio cremallera (mujer-hombre u hombre-mujer). El sistema debe perfeccionarse porque si la aspiración deseada por la ley se concreta en efecto, y se logra la paridad plena, no puede condenarse a las mujeres a no desarrollar su vida personal en el tiempo que son diputadas. ¿Alcanza la paridad el sacrificio de postergar una maternidad querida? ¿Puede defenderse para todo caso en la era de la revolución tecnológica que el voto exija presencia física? ¿Ha de soportarse el vicio torticero del juego de las mayorías elegidas, aprovechándose de esa circunstancia personal?

Me temo que si los diputados varones fueran madres, haría ya tiempo que un sistema telemático de votación con garantías conviviría con el tradicional voto presencial. Y las votaciones se ganarían o perderían en función de las mayorías, dejando aparte la biología. Así que una de dos, o hacemos que los diputados empiecen a parir o nos conectamos a internet. Lo que resulte más fácil.

* Asesor jurídico