Allí estaba la película, con el número 343 en la estantería de mi videoteca. Resulta que cuando vi cómo el presidente Zapatero metía la pata en televisión diciendo aquello de que "la tensión nos conviene mucho y voy a dramatizar", creyendo que los micrófonos estaban cerrados, a mí aquello ya me sonaba del cine; no lo de la tensión sino lo de los micrófonos indiscretos. No sé si la tensión presidencial se refería a la política, a la arterial o a la eléctrica, lo que sí sé es que, al igual que la canción de Vainica Doble decía "todo está en los libros", también casi todo está en el cine. El resbalón de Zapatero era parecido al que sale en esa película que tengo numerada con el 343, que se llama Un rostro en la multitud (A face in the crowd , 1957, de Elia Kazan ), donde se cuenta cómo un errabundo cantante de la calle consigue hacerse famoso y llega a tener un programa de televisión de gran audiencia, hasta el día en que, creyendo que los micrófonos estaban cerrados, dice cosas muy inconvenientes y se le viene todo el tinglado abajo. No me digan que no es el chasco de los chascos esto de creer que no te oyen cuando sí que te oyen. Pero no a todos les pasa. Yo recuerdo un día, en mi época de reportero dicharachero y cabroncete, que en mi grabadora, minutos antes de una rueda de prensa, se habían registrado las palabras de un delegado provincial advirtiendo a la entonces inexperta alcaldesa de Peñarroya "cuidado con lo que hablamos, que esto estará ya grabando". Presidente, la próxima vez tendrá usted que decir antes de hablar, aun en territorio amigo, ¿me se oye? . Como en las ferias de pueblo.

* Profesor